Realidades sociales de los poetas.

Colombia, tierra lírica

domingo 4 de octubre, 2020

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

Diríamos que los países figuran por su bandera, su moneda y su sistema político. Sin embargo, cada nación también se enorgullece porque cuenta con un poeta representativo: Argentina con Jorge Luis Borges, Cuba con José Martí, España con Federico García Lorca, Chile con Pablo Neruda, Nicaragua con Ernesto Cardenal, Estados Unidos con Walt Whitman. Colombia tiene la particularidad de ser una tierra de poetas, en todos los tiempos y de gran calidad, que no podemos individualizar su representación. Más bien podríamos hablar de representaciones poéticas por ciudades y departamentos, por ejemplo, Santiago de Cali (Valle) con Jorge Isaacs, Calarcá (Quindío) con Luis Vidales, Condoto (Chocó) con Hugo Salazar Valdés, Mompox (Bolívar) con Candelario Obeso, La Unión (Nariño) con Aurelio Arturo.

Poetas y políticos

Alguna vez el director de un Magazín para convocar el surgimiento de nuevos escritores, se quejó del vacío en la narrativa colombiana. Contrario ocurre en la producción de versos porque nuestro país ha tenido una gran riqueza lírica en todas sus regiones y las épocas de la historia de la literatura colombiana, que han confluido en movimientos de acuerdo a sus inspiraciones. Y ha sido tanta la riqueza poética que a pesar de su cuestionable actividad administrativa de los políticos, algunos por el contrario han sido bien juiciosos al escribir versos, que en la lista de los gobernantes colombianos figuran nombres de notables poetas, son los casos de: Julio Arboleda, Marco Fidel Suarez, Rafael Núñez, Miguel Antonio Caro, José Manuel Marroquín, Guillermo Valencia, Alberto Santofimio Botero, Belisario Betancourt.

Parnasos y antologías

En nuestra poética han emergido movimientos, por ejemplo, los piedracielistas, los vanguardistas, los nadaistas y aparecerán más “ismos” a medida que evolucione la sociedad, porque la sensibilidad inspirará nuevos versos. Se han publicado parnasos, antologías y continuarán apareciendo voluminosas recopilaciones y ensayos sobre la producción poética. El Instituto Caro y Cuervo, en 1970, publicó dos volúmenes de Antología de la Poesía en Colombia, compendiada en más de mil páginas y dirigida por Jorge Pacheco Quintero. La Universidad de Antioquia, en 1987, publicó Historia de la Poesía Colombiana Siglo XX, dirigida por Gustavo Cobo Borda. La Casa de Poesía Silva, en 1991, publicó Historia de la Poesía Colombiana, bajo la responsabilidad de los destacados críticos William Ospina y Darío Jaramillo Agudelo.

Poética y pobreza

Sin importar su origen social los seres humanos han tenido talento en la inspiración de versos. Pero lo costoso de la industria editorial siempre incidió para que los poetas más pobres quedasen en el anonimato. Generalmente los poetas con una situación económica definida o que dictaren cátedra, ocuparen consulados, embajadas u otros cargos públicos, eran los únicos que lograban publicar sus poemas. El ejercicio poético era creación lúdica, no una profesión para vivir, tanto que cuando alguien tenía tal vocación no hallaba respaldo de sus padres. En su familia el poeta era mirado como un hijo extraño que perdía el tiempo improductivamente. Así le sucedió a Eliecer Neftalí Reyes Basoalto, quien encontró el rechazo de su padre y para darse conocer como poeta tuvo que hacerlo con el seudónimo de Pablo Neruda.

Versos en ponencias

La poesía está logrando la importancia intelectual y el reconocimiento cultural que se merece en nuestro país. El Ministerio de Educación Nacional, la Unesco, la Academia Colombiana de la Lengua, la Casa de Poesía Silva y el Instituto Caro y Cuervo, organizaron en Bogotá, entre el 26 y 29 de marzo de 1996, el Primer Congreso de Poesía Escrita en Lengua Española desde la Perspectiva del Siglo XXI. Asistieron ponentes de todos los países latinoamericanos. A nombre de Colombia, participaron con ponencias: Piedad Bonnett (El quehacer poético y la ética de la autenticidad), Cecilia Hernández de Mendoza (La lírica hacia el siglo XXI), Álvaro Marín (La brújula no quiere marcar más el norte), William Ospina (La poesía frente al siglo XXI) y Samuel Jaramillo (¿Un papel para la poesía después del siglo XX?).

Visión de Bonnett

“La ética de la autenticidad es naturalmente una opción cuando el poeta sabe que está solo y con incertidumbres. Pues a diferencia de otros hombres que ejercen sus oficios en un mundo de leyes que demarcan sus caminos, el artista improvisa su camino. En un país como Colombia, donde todos los límites, las fronteras, parecen haberse borrado, sólo puede pedirse al poeta que sepa asumir la contradicción, que no renuncie a la ambigüedad, que exprese con todos sus riesgos la forma única en que su conciencia penetra el complejo mundo en que se mueve. Quizá podamos esperar de él que no caiga en polarizaciones, esquematismos, fundamentalismos. Ni en ingenuos discursos aleccionadores, ni en mesianismos, ni en visiones apocalípticas. Nada más, pues el resto pertenece al arbitrio de su libertad creadora”. (Piedad Bonnett. Ponencia 1996)

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