Un informe que reconstruyó los hechos más dolorosos de la justicia colombiana y abrió el camino hacia una verdad integral
La Comisión de la Verdad y el Palacio de Justicia: la historia contada desde la memoria
Cuatro décadas después de la toma del Palacio de Justicia, la Comisión de la Verdad sobre los hechos del 6 y 7 de noviembre de 1985 sigue siendo una de las investigaciones más significativas sobre la guerra interna en Colombia.
Su informe no juzga, no condena, pero sí revela: expone los silencios del Estado, los errores de la insurgencia y las heridas que aún no cicatrizan.
“El Palacio de Justicia no fue el fin de una guerra, sino el espejo donde el país vio su propia fractura”, señala el documento.
Una comisión moral en tiempos de silencio
Creada en 2005 por la Corte Suprema de Justicia, la Comisión nació como un acto de reparación institucional y de búsqueda de verdad histórica.
No tuvo facultades judiciales ni recursos abundantes; su poder fue ético. Estuvo integrada por juristas, historiadores y académicos que asumieron la tarea de reconstruir lo ocurrido durante las 28 horas de fuego que destruyeron el corazón de la justicia.
En palabras de sus miembros, su objetivo fue “devolver la dignidad a las víctimas, rescatar la memoria institucional y evitar que el olvido se convirtiera en una forma de impunidad”.
El documento, publicado en versión preliminar, se basó en testimonios, archivos judiciales, informes forenses y sentencias internacionales, y estableció una narrativa equilibrada que dio voz a todos los actores.
Tres violencias en un mismo escenario
La Comisión de la Verdad identificó el Palacio de Justicia como el punto de convergencia de tres violencias:
La insurgente, representada por el M-19, que intentó un juicio simbólico al presidente Belisario Betancur y terminó desencadenando una masacre.
La estatal, encarnada en la respuesta militar desproporcionada, que desconoció el principio del mando civil y vulneró los derechos humanos.
La del narcotráfico, que operó entre sombras financiando la toma para destruir los expedientes de extradición.
“En el Palacio de Justicia coincidieron el fuego de la guerra, la soberbia del poder y el dinero del crimen organizado. La sociedad quedó atrapada entre los tres.”
Una verdad sin vencedores
El valor del informe radica en su capacidad de nombrar sin absolver. No hay héroes ni villanos absolutos: hay responsabilidades compartidas, errores institucionales y un llamado a reconocer el sufrimiento de todos.
La Comisión concluye que el presidente Belisario Betancur no ordenó la retoma, pero perdió el control del mando civil; que el Ejército actuó bajo una doctrina de seguridad nacional que ignoró los límites del derecho humanitario; y que el M-19, al asaltar el máximo tribunal de justicia, cruzó una línea ética irreparable.
“El Palacio de Justicia fue la derrota de todos los poderes del Estado. Ninguno pudo salvar la vida, la justicia ni la verdad.”
Las víctimas, el centro del relato
A diferencia de las versiones oficiales previas, este informe sitúa a las víctimas en el centro: los magistrados, los desaparecidos, los sobrevivientes, sus familias y también los hijos de los combatientes. La Comisión reivindica el derecho de todos a ser recordados sin distorsión ideológica.
“No hay reconciliación sin verdad, ni verdad sin escuchar el dolor de todos los que perdieron.”
La pedagogía de la memoria
Más allá del registro histórico, el informe se concibe como una herramienta pedagógica. Su propósito es que los hechos del Palacio sirvan como lección sobre los límites del poder, la fragilidad de las instituciones y la urgencia de una cultura de paz.
Por eso, propone integrar el caso en los currículos escolares, fortalecer la enseñanza de derechos humanos y crear espacios permanentes de memoria en el sistema judicial.
“El esclarecimiento no debe verse como revancha, sino como condición de democracia.”
Un legado vivo
Hoy, el informe de la Comisión de la Verdad es más que un documento: es un acto de memoria nacional. Recordar el Palacio de Justicia no es reabrir heridas, sino impedir que vuelvan a sangrar.
“La verdad no borra el dolor, pero impide que se repita.”
A 40 años, el país sigue buscando justicia, pero también comprensión. El informe nos recuerda que la paz no empieza con el silencio, sino con la palabra: la palabra que nombra, reconoce y enseña.
Fuente: Informe Final de la Comisión de la Verdad – Caso Palacio de Justicia (2022) [PDF]
Esta nota hace parte de la serie especial “40 años del Palacio de Justicia – La verdad que no se apaga”, publicada por Diario Occidente con base en el Informe Final de la Comisión de la Verdad (2022). Descárgalo aquí