La inflación cerraría 2025 en 5,1%

Colombia frente al 2026: consumo firme, inversión débil y déficit en ascenso

Foto: Pixabay
viernes 19 de septiembre, 2025

La economía colombiana entra en la recta final del 2025 con luces y sombras que marcan la ruta hacia el próximo año.

Según la Guía 2026 de Bancolombia, el país crecerá 2,6% en 2025 y acelerará ligeramente a 3,0% en 2026, un ritmo moderado que se explica por el dinamismo del consumo de los hogares, pero limitado por la fragilidad de la inversión, la persistencia de la inflación y el peso del déficit fiscal.

El consumo privado seguirá siendo el pilar de la actividad económica, representando cerca del 77% del PIB.

Su impulso proviene de tres fuentes principales: el flujo de remesas, que se mantiene sólido pese a la desaceleración en EE. UU.; la mejora gradual del mercado laboral; y un mayor gasto público en programas sociales.

En el corto plazo, este soporte permitirá mantener la economía a flote. Sin embargo, la pregunta clave es hasta cuándo podrá resistir el consumo sin el respaldo de una inversión más fuerte que garantice crecimiento de largo plazo.

Inversión rezagada: el gran cuello de botella

La formación bruta de capital sigue atascada en niveles bajos, alrededor del 17% del PIB, una cifra insuficiente para un país que necesita modernizar su infraestructura y aumentar su productividad.

Las tasas de interés aún altas, la incertidumbre regulatoria y los retrasos en proyectos estratégicos han limitado el apetito empresarial.

Aunque se espera cierta recuperación en 2026, el rezago inversor implica que Colombia podría quedarse corta en materia de competitividad regional si no logra acelerar la ejecución de proyectos de infraestructura, energías limpias y construcción.

Inflación persistente: una amenaza silenciosa

La inflación ha cedido desde los picos de años anteriores, pero Bancolombia estima que seguirá por encima de la meta del Banco de la República hasta 2026.

Para este año se proyecta un cierre en 5,1%, presionada por los precios de servicios, alimentos y el ajuste del salario mínimo.

El fenómeno preocupa porque erosiona el poder adquisitivo, incluso cuando los ingresos crecen, y obliga al Banco Central a mantener una postura monetaria restrictiva que limita el crédito y la inversión.

Tasas de interés: alivio limitado

Las expectativas apuntan a que la tasa de política monetaria solo se reducirá en 100 puntos básicos hasta 2026, cerrando en 8,25%.

Aunque esto representa un alivio respecto a los máximos recientes, seguirá siendo un nivel elevado en comparación con los promedios históricos de la región.

Esto significa que hogares y empresas continuarán enfrentando costos financieros altos para créditos de consumo, hipotecas o inversión productiva, lo que frena la dinámica económica.

Finanzas públicas: déficit en alerta

Uno de los puntos más críticos del panorama es el déficit fiscal, que llegaría a -7,1% del PIB en 2025 y -6,5% en 2026.

Esta trayectoria no solo presiona el endeudamiento público, sino que eleva la prima de riesgo país, encareciendo la financiación del Estado y del sector privado.

La discusión sobre cómo cerrar esta brecha será central en la agenda política y económica de los próximos años, especialmente en un contexto de tensiones sociales y demandas de mayor gasto.

Mercado laboral: logros parciales

El desempleo se mantendrá en un solo dígito, con 9,2% en 2025 y 9,4% en 2026. Si bien es un logro frente a los años más duros de la pandemia, la informalidad persiste en niveles elevados del 56%.

Esto significa que más de la mitad de los trabajadores carece de estabilidad y seguridad social, lo que limita el impacto positivo del empleo sobre el bienestar de los hogares.

Sin una estrategia decidida para reducir la informalidad, el país difícilmente podrá traducir el crecimiento económico en mejoras sostenibles de la calidad de vida.

Sectores productivos: servicios arriba, construcción en recuperación

Los servicios, especialmente entretenimiento, actividades financieras y comercio al por mayor y al detal, seguirán liderando el crecimiento.

La construcción y la manufactura, que han enfrentado varios años de contracción, muestran señales de recuperación para 2026, gracias a la estabilización de costos y a la expectativa de nuevos proyectos de vivienda e infraestructura.

En contraste, sectores como la minería y el agro enfrentan un panorama más complejo por la volatilidad de precios internacionales, desafíos climáticos y restricciones de inversión.

Balanza de pagos: déficit externo en aumento

El frente externo tampoco da tregua. El déficit en cuenta corriente pasará de -2,4% del PIB en 2025 a -3,1% en 2026, impulsado por un mayor dinamismo de las importaciones que no encuentra un contrapeso suficiente en las exportaciones.

Aunque la entrada de divisas por remesas y turismo compensa parcialmente, la dependencia del país de la financiación externa sigue siendo un factor de vulnerabilidad.

Impacto regional: Valle del Cauca como termómetro económico

Para regiones como el Valle del Cauca, estos indicadores tienen lecturas particulares. El consumo se refleja en el auge de sectores como el comercio y el entretenimiento, impulsado por infraestructuras como la Arena USC, que en menos de un año ha realizado 22 conciertos y proyecta cerrar 2025 con cerca de 50 eventos, con un impacto multiplicador en hotelería, transporte y gastronomía.

La construcción, que en Cali había mostrado rezagos, encuentra en los proyectos de renovación urbana y en el impulso al sector inmobiliario una oportunidad de recuperación alineada con la proyección nacional.

Sin embargo, la región también es vulnerable al rezago en inversión pública y privada: sin avances en la modernización del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón o la infraestructura portuaria de Buenaventura, la conectividad y competitividad del Valle quedarían en entredicho.

El desafío del mediano plazo

El panorama proyectado por Bancolombia deja un mensaje claro: Colombia avanza con un consumo fuerte y un mercado laboral relativamente estable, pero con un déficit fiscal elevado, una inversión estancada y una inflación que no termina de ceder.

La economía crecerá, pero lo hará en un terreno frágil. La tarea del próximo año será encontrar un equilibrio entre el impulso al consumo, el fortalecimiento de la inversión privada y la disciplina fiscal que permita consolidar una senda de crecimiento sostenible.

En 2026, más que nunca, el país deberá enfrentar la pregunta de fondo: ¿cómo transformar un crecimiento sostenido en un desarrollo que reduzca desigualdades y eleve la competitividad de la economía colombiana?


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