La dinámica demográfica mundial atraviesa un punto de inflexión histórico
Caída de la natalidad: un desafío global que golpea a Colombia
Según el más reciente informe de fertilidad de Naciones Unidas, reseñado por la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), la tasa global de fecundidad se redujo a 2,2 hijos por mujer en 2024 y alcanzará el nivel de reemplazo poblacional (2,1) hacia 2050, más de veinte años antes de lo previsto hace apenas una década .
Este descenso acelerado no es un fenómeno aislado. Hoy más de la mitad de los países del mundo ya tienen tasas inferiores al reemplazo.
Casos como Corea del Sur, Italia o España se ubican por debajo de 1,4 hijos por mujer, lo que anticipa reducciones rápidas y persistentes en sus poblaciones.
El impulso demográfico, un respiro corto
La ONU advierte que, aun con fecundidad por debajo del reemplazo, el “impulso demográfico” permitirá un crecimiento poblacional durante algunas décadas gracias a la estructura joven en países como Colombia.
En nuestro caso, esa inercia se mantendría hasta 2043. Sin embargo, la tendencia no revertirá: la baja natalidad se consolidará como fenómeno permanente.
La consecuencia inmediata será un cambio en la estructura poblacional: menos nacimientos, más adultos mayores y, en el mediano plazo, la reducción de la población.
Se trata de un escenario inédito en la historia moderna, que pondrá presión sobre los sistemas de salud, educación, vivienda y, de manera crítica, sobre los regímenes de pensiones.
Colombia: envejecimiento más rápido de lo previsto
Anif ya había advertido, en su comentario del 14 de agosto de 2025, que las proyecciones del Dane muestran un envejecimiento acelerado y una reducción poblacional más rápida de lo esperado.
El reporte de Naciones Unidas confirma esas tendencias y sugiere que el país debe planear bajo un escenario de baja fecundidad permanente.
La pregunta clave ya no es si Colombia alcanzará el nivel de reemplazo, sino qué tan bajo podría descender su fecundidad.
Mientras que un nivel cercano a 1,6 hijos por mujer podría garantizar cierta estabilidad, el riesgo de caer hacia cifras más extremas —como las observadas en Asia Oriental y Europa— tendría efectos severos en el tejido social y económico.
Retos fiscales y sociales
El impacto de la caída en la natalidad es transversal. Menos población joven significa, en el largo plazo, menor fuerza laboral y menores aportes al sistema pensional, justo cuando el número de jubilados se incrementa.
Esta doble presión amenaza con elevar los costos fiscales y tensionar las finanzas públicas.
Asimismo, la reducción en la tasa de nacimientos disminuye la demanda de bienes y servicios asociados a la niñez y juventud —como educación, vivienda de primera adquisición o consumo cultural—, lo que reconfigurará sectores enteros de la economía.
En contraste, aumentará la demanda por servicios de salud, cuidados especializados y productos asociados al bienestar de los adultos mayores, lo que abre un campo de oportunidad si el país logra anticiparse.
Políticas activas y migración como alternativas
El informe de Naciones Unidas recomienda a los países adoptar políticas activas de apoyo a las familias y corresponsabilidad en el cuidado, además de una gestión ordenada de la migración.
Estos elementos podrían convertirse en piezas clave de la estrategia colombiana para enfrentar el envejecimiento.
La experiencia internacional muestra que los incentivos económicos aislados —como subsidios por hijo nacido— no han logrado revertir las tendencias de fecundidad. En cambio, políticas integrales que faciliten el balance entre vida laboral y familiar, y sistemas de cuidado robustos, pueden mitigar parcialmente la caída.
- La migración, por su parte, representa una herramienta de ajuste: países con bajas tasas de natalidad han compensado la falta de mano de obra con flujos migratorios.
- Para Colombia, esto plantea un reto adicional: no solo cómo atraer y retener población, sino cómo integrarla productivamente sin generar tensiones sociales.
Ventana de oportunidad: invertir en capital humano
Anif concluye que, aunque la transición demográfica se acelera, el país aún cuenta con una ventana temporal —hasta 2043— para invertir en capital humano y fortalecer la productividad.
La clave está en transformar la actual estructura poblacional en una ventaja competitiva, mediante una fuerza laboral mejor educada, más innovadora y con acceso a tecnología.
Esto implica reformas profundas en educación, formación técnica y profesional, así como en la adopción de herramientas digitales que permitan elevar la productividad de los trabajadores activos.
El costo de no actuar
Ignorar estas señales tendría efectos profundos. La presión sobre el sistema de salud y pensiones podría volverse insostenible, comprometiendo recursos que hoy se destinan a inversión social y productiva.
Además, la reducción en la población económicamente activa limitaría el crecimiento potencial de la economía, debilitando la capacidad del país para generar riqueza y sostener sus compromisos fiscales.
Colombia no es ajena a la tendencia global. El reto es reconocer que la natalidad no volverá a niveles de reemplazo y que el envejecimiento poblacional es irreversible.
Lo que está en juego es si el país logra anticiparse y adaptar sus políticas públicas para convertir esta transición en una oportunidad de desarrollo.