El peso colombiano entre los más afectados
Las monedas latinoamericanas se deprecian en julio
Las principales monedas de América Latina registraron un debilitamiento generalizado frente al dólar en julio de 2025, en medio de un contexto internacional marcado por la apreciación global de la divisa estadounidense, una mayor aversión al riesgo en mercados emergentes y la expectativa de nuevas decisiones de política monetaria en Estados Unidos.
Entre las monedas más golpeadas se encuentra el peso colombiano, que cerró el mes con una depreciación del 2,6% frente al dólar.
De acuerdo con el más reciente análisis de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), el comportamiento del mercado cambiario regional respondió a factores externos como la fortaleza del dólar —respaldado por datos sólidos del empleo en Estados Unidos y la moderación del gasto público— y la expectativa de que la Reserva Federal mantenga tasas altas por más tiempo.
En este escenario, los inversionistas han migrado hacia activos más seguros, lo que ha debilitado las monedas de países emergentes.
El peso colombiano, entre los más volátiles
En el caso de Colombia, el peso fue una de las monedas con mayor volatilidad en el mes, debido no solo a los efectos globales, sino también a factores internos como la incertidumbre en el entorno macroeconómico, los efectos rezagados de la política monetaria y la expectativa por las decisiones del Banco de la República, que se alista para una nueva reducción de tasas el 31 de julio.
La divisa nacional pasó de cotizarse a niveles cercanos a los $3.885 a inicios de julio a rozar los $4.000 a mediados de mes, aunque al cierre mostró una leve corrección.
Según ANIF, esta tendencia refleja no solo presiones externas, sino también preocupaciones locales sobre el déficit fiscal y el entorno regulatorio, lo que ha generado una mayor demanda de cobertura cambiaria por parte de inversionistas institucionales.
Desempeño regional: real brasileño y peso argentino también caen
El real brasileño fue otra de las monedas con fuerte retroceso, al depreciarse un 4,1% en el mes.
La economía brasileña enfrenta presiones fiscales y señales de desaceleración, lo que ha debilitado el apetito de los inversionistas extranjeros.
El peso argentino, en su variante oficial, también se deslizó ante el dólar, aunque las mayores tensiones se mantienen en el mercado paralelo, donde la brecha cambiaria continúa ampliándose.
Por su parte, el peso chileno mostró una depreciación del 2,4%, afectado por la caída en los precios del cobre, su principal producto de exportación.
El sol peruano también perdió terreno, aunque en menor magnitud, debido a la estabilidad macroeconómica relativa del país.
En contraste, el peso mexicano mostró una resistencia mayor, con una depreciación moderada del 0,9%, gracias a los flujos sostenidos de inversión y remesas.
Impactos económicos y proyecciones
La depreciación de las monedas latinoamericanas tiene implicaciones directas sobre la inflación importada, el costo de la deuda externa y la competitividad de las exportaciones.
En el caso colombiano, un dólar más caro podría frenar el proceso de desinflación y limitar el margen de maniobra del Banco de la República en su senda de reducción de tasas.
No obstante, también representa una oportunidad para el sector exportador, especialmente en bienes agroindustriales y servicios tercerizados.
ANIF advierte que la volatilidad cambiaria podría mantenerse en lo que resta del año, dependiendo de factores como las decisiones de la Fed, el comportamiento de los precios de materias primas y la evolución de las cuentas fiscales en la región.
En este sentido, recomienda prudencia fiscal y regulatoria para preservar la confianza de los mercados y la estabilidad macroeconómica.
Una región en transición
El informe concluye que América Latina enfrenta un entorno cambiante, donde los flujos de capital se vuelven más selectivos y los riesgos globales pesan más sobre los activos emergentes.
Para enfrentar este nuevo ciclo, los países deben consolidar sus fundamentos macroeconómicos, fortalecer su institucionalidad fiscal y adoptar políticas monetarias creíbles y coordinadas.