Empresarios piden garantizar eficiencia en la transición y acelerar nueva concesión
Se crea mesa de seguimiento permanente al Bonilla Aragón
La reversión del Aeropuerto Internacional Alfonso Bonilla Aragón (ABA) a la administración temporal de la Aeronáutica Civil marca un nuevo capítulo para la principal terminal aérea del suroccidente colombiano.
Tras 25 años de concesión a Aerocali S.A., en los que se movilizaron más de 100 millones de pasajeros y se entregaron $1,3 billones en contraprestaciones a Palmira y a la Nación, el aeropuerto entra en una etapa de transición que despierta tanto expectativas como incertidumbres.
La magnitud del aeropuerto se refleja en sus cifras recientes: solo en julio de 2025 movilizó 671.667 pasajeros, de los cuales 530.719 fueron nacionales y 140.948 internacionales.
Este volumen confirma el rol del Bonilla Aragón como el tercer aeropuerto más importante del país, después de El Dorado en Bogotá y el José María Córdova en Rionegro, y como pieza central para la conectividad del Valle del Cauca y del Pacífico.
Más allá de los pasajeros, la terminal es un eje para la competitividad regional. Su operación sostiene miles de empleos directos e indirectos, dinamiza cadenas de valor como hotelería, turismo, comercio, transporte y logística, y garantiza la salida de exportaciones no minero-energéticas que representan más de USD 10.000 millones anuales en el departamento.
Mesa de seguimiento empresarial
Ante la importancia del aeropuerto, las organizaciones empresariales del Valle anunciaron la creación de una Mesa de Seguimiento Permanente para acompañar y supervisar la gestión de la Aerocivil durante el año que durará la operación transitoria.
El objetivo es garantizar que el proceso se realice con calidad, eficiencia y transparencia, y que no se deteriore el servicio en un momento crítico para la competitividad de la región.
Los gremios hicieron un llamado al Gobierno Nacional para asegurar que los recursos que hoy genera el aeropuerto se destinen de manera prioritaria a su operación, mantenimiento y modernización.
“Cada peso recaudado debe traducirse en mejores servicios e infraestructura, como retribución directa al suroccidente que sostiene esta terminal aérea”, enfatizaron los empresarios.
El reto de la transición estatal
El reto para la Aerocivil no es menor. Aunque se compromete a mantener la operación sin sobresaltos, la entidad carece de la experiencia que tienen los concesionarios privados en gestión comercial, negociación con aerolíneas y ejecución de proyectos de modernización.
De allí surge la preocupación de que una operación estatal prolongada afecte la atracción de nuevas rutas internacionales y retrase inversiones estratégicas como la ampliación del terminal, la modernización tecnológica o la expansión de la carga.
La experiencia internacional muestra que los aeropuertos gestionados bajo esquemas de concesión suelen registrar mayores avances en infraestructura, eficiencia y conectividad.
En Colombia, El Dorado y José María Córdova son ejemplos de cómo la inversión privada permitió escalar en estándares internacionales.
Nueva concesión: clave para 2026
El proceso de licitación para un nuevo concesionario ya está en marcha bajo el esquema de Iniciativa Privada (IP) liderado por la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI).
El cronograma prevé que en 2026 se adjudique un contrato para la operación, ampliación y mantenimiento del Bonilla Aragón.
El proyecto contempla inversiones en un nuevo edificio de doble propósito (nacional e internacional), la ampliación de la plataforma de carga, la construcción de una nueva torre de control y la modernización integral de la terminal, con el fin de dotar al aeropuerto de estándares de clase mundial y consolidar a Cali como hub del Pacífico.
Impacto económico y regional
El futuro del aeropuerto se conecta directamente con la competitividad del Valle del Cauca. Según estudios del sector turismo y transporte, cada millón de pasajeros movilizados genera entre 4.000 y 5.000 empleos directos e indirectos y un efecto multiplicador en gasto turístico y consumo interno.
De allí que los 6,7 millones de pasajeros anuales que moviliza el Bonilla Aragón representen un motor económico comparable al aporte de sectores industriales completos en la región.
Además, el aeropuerto es clave para la internacionalización del Valle. Su conectividad con más de 20 destinos nacionales y 12 internacionales no solo potencia el turismo, sino que respalda la logística de exportaciones agroindustriales (como café, flores, caña y productos frescos) y de bienes manufacturados.
Riesgos y desafíos
El principal riesgo en esta transición es la pérdida de competitividad frente a aeropuertos de la región como Quito, Lima o Ciudad de Panamá, que avanzan con inversiones agresivas en infraestructura y rutas internacionales.
Si la nueva concesión no se adjudica con prontitud y claridad, Cali podría rezagarse en la competencia por atraer aerolíneas y consolidarse como plataforma de conexión intercontinental.
En lo interno, también persiste el riesgo fiscal. La operación pública demanda inversiones adicionales que podrían tensionar el presupuesto nacional en un momento en que el país enfrenta un déficit fiscal superior al 5% del PIB y presiones crecientes en el gasto público.
Conclusión
El Aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón inicia un periodo de transición que combina oportunidades y desafíos.
Para los empresarios, la clave está en garantizar que la operación pública sea eficiente, que los recursos se inviertan en modernización y que el proceso de concesión se acelere para asegurar en 2026 un operador privado con capacidad de transformar la terminal en un aeródromo de talla mundial.
El mensaje de fondo es claro: el futuro de la competitividad del Valle y del Pacífico colombiano depende de un aeropuerto moderno, eficiente y conectado con el mundo. La transición apenas comienza, pero el reloj ya corre.