Vigilancia espacial bajo la lupa
Un asteroide rozó la Tierra sin ser detectado
Un asteroide del tamaño de un pequeño edificio pasó sorpresivamente a solo 428 kilómetros de la superficie terrestre —una distancia comparable a la órbita de la Estación Espacial Internacional— sin que fuera detectado hasta después de su máximo acercamiento.
El objeto, bautizado como 2025 TF, sobrevoló la Antártida y fue identificado por el Catalina Sky Survey (programa para detectar objetos cercanos a la tierra) horas después de su paso.
La Agencia Espacial Europea ESA calificó el evento como una de las aproximaciones más cercanas jamás registradas de un objeto celeste a nuestro planeta.
La roca, de entre uno y tres metros de diámetro, escapó a la vigilancia de los sistemas tradicionales debido a su pequeño tamaño y la complejidad de rastrear objetos a alta velocidad en la vastedad del espacio.
“El hecho de haberlo observado incluso horas después del acercamiento ya representa un logro, dadas las dimensiones del objeto”, señaló la ESA en un comunicado.
Tras su detección inicial, astrónomos en el Observatorio Las Cumbres, en Australia, lograron reconstruir su trayectoria con precisión.
Ese mismo día, otro asteroide, 2025 TQ2, cruzó el espacio sobre Canadá a una distancia de apenas 4.850 kilómetros.
Aunque ninguno de estos cuerpos representaba una amenaza, pues si hubieran entrado a la atmósfera terrestres se hubieran desintegrado antes de caer debido a su tamaño, la cercanía de ambos sobrevuelos ha reavivado el debate sobre la necesidad de mejorar los sistemas de alerta temprana ante posibles impactos.
Desmitificando lo interestelar
Por otra parte, la ESA publicó imágenes clave del cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar jamás detectado.
La especulación en redes sociales creció tras la difusión de imágenes de un objeto alargado captado por un rover en Marte, alimentando teorías sobre posibles naves extraterrestres.
Sin embargo, los científicos descartaron estas ideas. “Lo que se ve en las imágenes es producto del tiempo de exposición y la sensibilidad limitada de las cámaras”, aclaró Jorge González, astrónomo de la Universidad Católica.
El cometa, según la ESA y la NASA, proviene de fuera del sistema solar y sigue una trayectoria hiperbólica. S
e encuentra actualmente a unos 270 millones de kilómetros de la Tierra y no representa peligro. Su forma alargada se debe, muy probablemente, al proceso de sublimación del hielo al acercarse al Sol.
Huellas de la vida
Además de estos objetos cercanos, el asteroide Bennu volvió a ser noticia luego que la Nasa informara que luego de analizar las muestras traídas a la Tierra por la misión OSIRIS-REx, se encontraron en ellas moléculas clave para la vida: aminoácidos, nucleobases y compuestos como amoníaco y formaldehído.
Estos componentes, esenciales para la formación del ADN, fueron encontrados en un contexto químico que sugiere la presencia de agua salada en el pasado, lo que funcionaría como “caldo de cultivo” para reacciones prebióticas.
Además, se descubrieron 11 tipos de minerales formados por evaporación, lo que da cuenta de un entorno húmedo que pudo durar miles de años.
La identificación de estos elementos en una muestra intacta refuerza la hipótesis de que los ingredientes básicos de la vida estaban ampliamente distribuidos en el sistema solar primitivo.
A pesar de los avances, muchos misterios permanecen. Por ejemplo, la muestra de Bennu contiene aminoácidos en proporciones iguales de sus versiones “izquierda” y “derecha”, mientras que la vida terrestre solo usa una.
Los científicos se preguntan ante este hallazgo ¿por qué la vida eligió un solo lado? Un interrogante aún sin respuesta.