Renuncia, represión y caos
Nepal en llamas: Protestas de la Generación Z tumban al gobierno y provocan caos total
Nepal atraviesa una profunda crisis política y social luego de la renuncia del primer ministro KP Sharma Oli, quien dimitió en medio de masivas protestas lideradas por jóvenes conocidos como la Generación Z.
La decisión llegó tras varios días de manifestaciones marcadas por la violencia, la represión estatal y una creciente indignación contra el autoritarismo y la corrupción.
La chispa que encendió el descontento fue una polémica decisión gubernamental: bloquear más de 20 plataformas de redes sociales, entre ellas Facebook, Instagram, WhatsApp y X.
Según las autoridades, el objetivo era combatir la desinformación y el discurso de odio. Sin embargo, gran parte de la ciudadanía interpretó esta medida como un acto de censura para acallar las voces críticas, especialmente de los jóvenes, quienes utilizan activamente estas plataformas para expresarse y organizarse.
Protestas masivas y represión violenta
Las calles de Katmandú y otras ciudades se llenaron de manifestantes, en su mayoría jóvenes nacidos entre 1997 y 2012.
Bajo consignas como “No Baby” y “Nepo Kids”, denunciaron el nepotismo, la falta de oportunidades y el abuso de poder. Las autoridades respondieron con dureza: gases lacrimógenos, balas de goma e incluso munición real.
En solo dos días, las protestas dejaron al menos 25 personas muertas y más de 300 heridas, algunas con impactos de bala en la cabeza y el pecho. La violencia no se limitó a los enfrentamientos.
Los manifestantes incendiaron el Parlamento y las residencias de varios altos funcionarios, entre ellos la del expresidente KP Sharma Oli y la del actual presidente Ram Chandra Poudel.
También fue atacada la casa de Arzu Deuba Rana, ministra de Relaciones Exteriores y esposa de un ex primer ministro.
La crisis se extendió a las cárceles.
En medio del caos, más de 1.500 reclusos escaparon de prisiones ubicadas en regiones como Pokhara, Kailali y Lalitpur. Algunos centros fueron incendiados, otros abandonados por los guardias ante la magnitud de los disturbios.
Un país sin liderazgo ni rumbo claro
La renuncia de Oli, presentada mediante una carta al presidente, dejó un vacío de poder. Aún no se definió quién asumirá la dirección del gobierno, y no existe una figura unificadora dentro del movimiento de protesta.
Los manifestantes no responden a partidos ni líderes políticos; su acción es espontánea y descentralizada.
Pese al levantamiento del bloqueo digital y la dimisión del primer ministro, el malestar continúa. Los jóvenes no solo protestan por la censura, sino por décadas de corrupción y exclusión. La represión estatal, lejos de frenar el movimiento, lo ha fortalecido.