De la catequesis a la política pública

Cristina Aristizábal: liderazgo silencioso desde la Comuna 12 de Cali

martes 15 de julio, 2025

Cristina Aristizábal tiene 27 años, vive en el barrio Nueva Floresta y desde hace más de un lustro dedica su vida al trabajo social en la Comuna 12 de Cali.

Su historia como líder comunitaria comenzó en 2018, cuando aceptó la invitación de un sacerdote a ser catequista en la parroquia Santuario Nuestra Señora de Guadalupe.

Desde entonces, no dejó de trabajar con diferentes grupos: niños, adolescentes y, más recientemente, adultos jóvenes.

A diferencia de otros jóvenes, Cristina no participó en grupos juveniles durante su adolescencia. Su vocación social se activó en la adultez, cuando decidió dedicar tiempo y energía al acompañamiento espiritual de los más pequeños.

En ese primer proceso acompañó a niños entre los 8 y 10 años durante su preparación para la primera comunión. Hoy, varios de ellos, ya adolescentes, aún la recuerdan con afecto.

La parroquia se convirtió en un punto de encuentro y confianza para niños que enfrentan realidades complejas: hogares con ausencia parental, violencia intrafamiliar o falta de atención. El espacio religioso, dice Cristina, les ofrecía dos horas de descanso, escucha y acogida.

La apuesta por los adultos jóvenes

Desde hace tres años, Cristina acompaña a un grupo menos visible en el trabajo parroquial: los adultos jóvenes entre 25 y 40 años.

Este colectivo, según relata, enfrenta una serie de dificultades poco discutidas. Algunos no pudieron terminar sus estudios; otros, siendo muy jóvenes, ya son madres o padres de adolescentes; otros más enfrentan inestabilidad laboral o ausencia de vínculos familiares sólidos.

En ese grupo conviven personas que no pudieron construir una familia, que se sienten rezagadas frente a los modelos sociales de éxito, o que simplemente buscan espacios de reflexión.

El grupo se convirtió en una comunidad de escucha y formación emocional y espiritual, donde se abordan temas como la toma de decisiones, el sentido de vida y la reconstrucción de vínculos.

La iniciativa, nacida dentro de la parroquia, no solo atiende a personas de la Comuna 12. También llegan asistentes de otras comunas, buscando ese mismo espacio de contención que el territorio no siempre puede ofrecer.

Unidos por la Vida: del activismo al diálogo

En paralelo con su labor parroquial, Cristina participó desde 2019 hasta 2023 en el Movimiento Unidos por la Vida, organización nacional que convoca cada año la Marcha por la Vida.

Desde su experiencia profesional en mercadeo y publicidad, se encargó del componente de comunicación y redes sociales.

Este activismo no se limitó a las manifestaciones públicas. En conjunto con médicos, abogados y otros líderes, Cristina impulsó espacios de formación sobre la cultura de la vida, con enfoque integral hacia las mujeres.

Se dieron cuenta, dice, de que muchas veces las mujeres en embarazo vulnerable no recibían opciones reales más allá del aborto, por lo que crearon estrategias para acompañarlas de forma emocional, económica y formativa.

También promovieron espacios de reflexión conjunta con otras corrientes ideológicas.

Cristina insiste en que hay puntos comunes entre los colectivos feministas y los movimientos pro-vida, sobre todo en la búsqueda del bienestar de la mujer. Lo importante, recalca, es ampliar el enfoque y generar una conversación incluyente.

Incidencia en política pública

En 2021, junto a otras mujeres de distintos sectores, Cristina participó en el proceso de discusión de la política pública de la mujer en Cali.

Notaron que no todas las voces estaban representadas en el documento que se firmaría por una década. En menos de una semana recolectaron 6.000 firmas y lograron presentarlas ante la Personería.

Su reclamo no se centraba en la oposición, sino en la inclusión: querían que temas como la maternidad, la violencia obstétrica y la diversidad de modelos femeninos fueran parte de la política pública.

Gracias a esa gestión, lograron una audiencia con la subsecretaría de Equidad de Género y participación en el Concejo Municipal, donde distintas mujeres expusieron sus realidades y propuestas.

Algunos cambios se incorporaron en el documento final. El proceso, más allá del resultado puntual, demostró que la ciudadanía organizada puede incidir en las decisiones públicas, aun cuando sus voces no estén alineadas con los discursos predominantes.

Mujeres y hogar: nuevos espacios para nuevas realidades

Cristina lideró, además, eventos de formación dirigidos a mujeres que pocas veces son convocadas en estos escenarios: madres de casa, cuidadoras, trabajadoras informales.

En octubre de 2023, junto a una influencer de Medellín, organizó un evento de reconocimiento para mujeres que, por elección o circunstancia, permanecen en el hogar.

El espacio fue pensado para ofrecer herramientas de autoestima, valoración y reflexión personal. En marzo de 2024 realizaron otro encuentro más amplio, con temas como ciclo menstrual, desarrollo personal y familia, al que asistieron cerca de 100 mujeres.

Uno de los principales obstáculos que Cristina identificó en estos procesos es la falta de apoyo institucional. Asegura que muchos de estos trabajos se desarrollan en silencio, con poca visibilidad y escasos recursos, lo que limita su alcance.

El desafío de integrar a las familias

Uno de los mayores retos que enfrentó en su trabajo parroquial fue lograr que las familias se involucren activamente. Ya sea con los niños en catequesis o con los jóvenes adultos, la participación familiar suele ser baja.

En algunos casos por falta de tiempo, en otros por desinterés o desconocimiento del impacto que estos espacios pueden tener.

La parroquia intentó estrategias como escuelas de padres, pero la asistencia es limitada. Esta situación llevó a Cristina y a otros líderes comunitarios a insistir en que la transformación social comienza en el hogar.

Desde su perspectiva, el trabajo con los niños y jóvenes es más efectivo si se complementa con una formación integral en la familia.

De nada sirve limpiar las calles si en casa no hay limpieza emocional, si no hay diálogo, si no hay presencia“, afirma.

Para ella, la familia es el primer espacio donde se forma la ciudadanía y se construyen los valores que luego impactarán en lo público.


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