Reforestación, rescate animal y educación comunitaria

Santiago Montoya: sembrar para resistir, rescatar para transformar

jueves 11 de septiembre, 2025

A veces con una pala en la mano, otras veces con una bolsa de concentrado al hombro. Así transcurre el día a día de Santiago Rodríguez Montoya, un caleño que desde 2016 teje su camino entre la defensa animal, la acción comunitaria y el activismo ambiental.

Sin flashes, sin micrófonos, sin redes virales. Su escenario son los barrios del oriente de Cali, los refugios de animales en riesgo y las huertas donde niños en situación de vulnerabilidad aprenden a sembrar.

Empecé con una protesta contra los carretilleros. Fue lo primero. Después me metí al cuento del circo y ahí ya no hubo vuelta atrás”, recuerda Montoya.

La manifestación, frente a la alcaldía, lo acercó a colectivos animalistas. Desde entonces, participa en rescates, jornadas de esterilización, ferias comunitarias y procesos de formación con población infantil.
Una causa con nombre: defensa animal

El primer proyecto nació junto a un amigo. Crearon una pequeña fundación llamada Huellas Revolucionarias de Colombia. “Vendíamos rifas, reciclaje, lo que se pudiera para pagar comida o facturas veterinarias”, relata.

Aunque el proyecto cesó actividades, dejó una red de contactos que hoy sigue activa.

Los rescates lo llevaron a zonas como El Calvario, Sucre, Santa Elena o Palmira, donde atiende casos críticos. “Muchos perritos llegaban con tumores, quemaduras o hasta con puñaladas. Algunos casos eran tan graves que había que aplicar eutanasia”, comentó.

La iniciativa más representativa es el Animaltón Cali, una feria solidaria que reúne a más de 200 fundaciones. “Es un evento con stands donde se vende comida para humanos y animales. Lo que se recolecta sirve para cubrir esterilizaciones, comprar alimento o apoyar refugios”, explica.

Para quienes desean apoyar, Santiago invita a seguir las actualizaciones en redes sociales: en Instagram aparecen como @animaltoncali, donde también se comparten convocatorias de voluntariado y campañas de donación.

Semillas de resistencia: la apuesta ambiental

Montoya también creó una empresa agrícola para garantizar la sostenibilidad económica de sus proyectos. Se trata de Go Forest, una iniciativa que combina actividades empresariales con trabajo comunitario. “La fundación la creamos con un socio biólogo”, explica.

Go Forest combina formación técnica con impacto ambiental. “Hacemos podas, traslados de árboles, siembras masivas y usamos drones para hacer georreferenciación. Gracias a eso sabemos cuántos árboles caben por hectárea y qué especies se pueden sembrar”, comenta.

Toda esta labor también se difunde desde las redes sociales de la fundación. En Instagram y Facebook pueden encontrarse como @fundaciongoforest, donde comparten fotos de las siembras, jornadas de formación y convocatorias abiertas a la ciudadanía.

Huertas y futuro: talleres con el ICBF

Uno de los procesos actuales más significativos es un convenio voluntario con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, que beneficia a 240 niños del distrito de Aguablanca. Los talleres se dictan en la casa Atrapasueños, en alianza con educadores del sector.

El ICBF nos buscó para ofrecer algo diferente a los niños. Les gustó nuestra propuesta y empezamos hace mes y medio”, cuenta Montoya.

El proceso incluye teoría y práctica. “Les enseñamos sobre el uso del suelo, cómo germinar semillas, qué insectos hay en la tierra, cómo se prepara la materia orgánica”, explica.

Los resultados son notorios. “Nos dijeron que algunos grupos estaban muy dispersos. Pero en los talleres se portaron muy atentos. Fue una sorpresa para todos”, afirma. Actualmente, están construyendo 12 huertas con los niños.

La curva: obra comunitaria desde el asfalto

A finales de agosto de 2025, Montoya lideró la adecuación de una vía peatonal y vehicular en el sector conocido como La Curva, en Charco Azul. Lo hizo junto a la comunidad y con apoyo de Samuel Merchán y el medio local Iguana TV.

Estuvimos casi 15 días bajo el sol, recolectando monedas, vendiendo lechona, haciendo perifoneo. Así conseguimos los recursos”, relata.

Cada volqueta de asfalto costaba alrededor de 5 millones de pesos. En total, invirtieron más de 70 millones, sumando donaciones y autogestión.

Además del asfalto, la comunidad sembró árboles y creó un jardín. “Pusimos lengua de suegra, guanábano y pomarroso. La idea es que esto sea el inicio de una ruta turística ecológica. Aquí cerca está la laguna de Charco Azul y ya se identificaron más de 20 especies de aves”, explica.

Persistencia desde la tierra

Desde los barrios más vulnerables de Cali, Santiago Montoya sostiene procesos que cruzan lo ecológico, lo comunitario y lo animal. La tierra, la siembra y el rescate son sus herramientas. “No es fácil, pero cada árbol sembrado y cada perro salvado le dan sentido a todo”, afirma.

Para quienes deseen vincularse a sus iniciativas, las redes sociales se han convertido en el principal canal de contacto.

En Instagram, Facebook y TikTok, tanto Go Forest como Animaltón Cali publican los avances de cada proyecto y abren espacio a nuevos voluntarios.

Muchas veces no necesitamos plata, sino manos, tiempo o difusión. Lo importante es que la gente vea que sí se puede hacer algo por este territorio, desde aquí y con lo que hay”, concluyó.


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