Una reflexión sobre creatividad, productividad y deuda cognitiva

La IA y la pereza mental

Foto: ChatGPT
lunes 23 de junio, 2025

Uso la inteligencia artificial generativa cotidianamente desde que la descubrí en febrero de 2023. Instalé GPT apenas tres meses después de su lanzamiento oficial y desde entonces ha sido parte integral de mi rutina de trabajo.

He visto su evolución, pero también la mía. Me ha permitido acelerar procesos, mejorar estructuras narrativas, afinar ideas.

Y sin embargo, cuando leí el más reciente estudio del MIT sobre el impacto de la IA en el cerebro humano, se encendió una alarma.

¿Estamos siendo más productivos o más dependientes? ¿Más creativos o más automatizados? Esta es la reflexión que me propongo explorar a partir de mi experiencia.

El estudio: cómo la IA cambia nuestro cerebro

Investigadores del MIT Media Lab realizaron un experimento con 54 personas divididas en tres grupos: uno usó exclusivamente ChatGPT (grupo LLM), otro utilizó motores de búsqueda (Search), y un tercero escribió sus textos sin ningún apoyo digital (Brain-only).

A lo largo de cuatro sesiones de redacción de ensayos, se midieron tanto los resultados escritos como la actividad cerebral mediante electroencefalografía (EEG).

Los resultados me impactaron. Aquellos que escribieron sin herramientas mostraron mayor conectividad neuronal, especialmente en las regiones relacionadas con el procesamiento visual, la memoria y la toma de decisiones.

En cambio, el grupo que usó ChatGPT presentó una menor activación en redes alfa y beta, asociadas al pensamiento profundo y al esfuerzo cognitivo.

Más aún, en la cuarta sesión —cuando los grupos intercambiaron roles—, quienes habían usado IA y pasaron a escribir sin ella mostraron una conectividad cerebral debilitada y menor capacidad de recordar lo que habían escrito.

Por el contrario, los que pasaron de escribir por sí solos a usar IA, lograron mejores resultados cuando ya tenían una base de pensamiento propio.

El hallazgo central: usar IA de forma pasiva puede disminuir la actividad cognitiva y deteriorar habilidades clave como la memoria, el pensamiento estratégico y la creatividad. En este punto me parece fundamental el concepto de uso pasivo

 ¿Estamos pensando menos?

Me pregunto entonces si ahora tengo menos o más actividad cerebral. ¿Soy más o menos creativa desde que trabajo con IA? No tengo una respuesta definitiva, pero sí una intuición: he usado la IA para desafiar a mi cerebro, no para reemplazarlo. Siempre la he visto como un compañero de trabajo, un aliado con quien cocrear.

Y ahí radica la clave…

El estudio no condena el uso de la IA, sino su uso pasivo y acrítico. Si dejamos que la herramienta piense por nosotros, perdemos músculo mental.

Pero si la usamos para provocar ideas, cuestionar nuestras suposiciones o enriquecer nuestras estructuras, entonces amplificamos nuestra capacidad.

La IA no nos quita la inteligencia. Pero sí puede atrofiarla si dejamos de ejercitarla.

No podemos dejar de pensar

Deuda cognitiva y pensamiento crítico en la era de la IA

Uno de los conceptos más novedosos que plantea el estudio del MIT es el de deuda cognitiva. No lo conocía y me encantó.

La deuda cognitiva se define como:

“El debilitamiento gradual del compromiso cognitivo cuando la realización de tareas depende en exceso de herramientas externas.”

En otras palabras, mientras más delegamos en la IA procesos como escribir, investigar, resumir o decidir, menos activamos las funciones mentales que hacen precisamente eso.

Y no es una metáfora. El estudio midió, con electroencefalografía (EEG), la disminución real en la actividad neuronal, especialmente en las bandas alfa y beta, que están asociadas con el pensamiento profundo, la toma de decisiones y la integración estratégica de información.

Pero esta deuda no solo afecta la memoria o la atención. También impacta directamente el pensamiento crítico. ¿Por qué?

  1. Menor esfuerzo cognitivo = menor pensamiento crítico

Cuando usamos un modelo como ChatGPT y aceptamos sus respuestas sin mayor revisión, ahorramos esfuerzo mental

Pero ese “ahorro” tiene un precio: pensar menos por nosotros mismos. El pensamiento crítico se construye precisamente en el proceso de analizar, comparar, inferir y concluir. Si la respuesta ya viene “resuelta”, perdemos ese entrenamiento.

  1. Reducción de la capacidad de cuestionamiento

Uno de los mayores peligros de usar IA de manera pasiva es la aceptación automática. Los textos generados por modelos de lenguaje son fluidos, coherentes y convincentes. Pero eso no los hace verdaderos, ni correctos, ni útiles en todos los contextos.

La deuda cognitiva aparece cuando dejamos de hacernos preguntas como:

¿Esto tiene sentido? ¿Estoy de acuerdo? ¿Qué falta aquí?

  1. Pérdida del recuerdo = debilitamiento del análisis

El estudio también arrojó que el grupo que usó IA tuvo dificultades para citar frases de su propio ensayo minutos después de escribirlo.

Esta pérdida de memoria inmediata implica una falta de apropiación del contenido. Y si no recuerdas lo que escribiste, difícilmente puedes defenderlo, discutirlo o profundizarlo.

👉 Sin memoria activa, el pensamiento crítico no tiene base sobre la cual operar.

El estudio no enfrenta la pregunta clave, entonces cómo debemos usar la IA.

Me atrevo a hacer estas hipótesis:

  • Como instrumento no como atajo
  • Como provocación no como solución
  • Como interlocutor no como ejecutor

Lo que está en juego no es solo la calidad de lo que producimos, sino la capacidad de pensar por cuenta propia en el largo plazo.

Recomendaciones generales para usar la IA sin perder la cabeza

Del estudio se desprenden varias recomendaciones para quienes usamos inteligencia artificial en nuestro trabajo:

  1. Piensa primero tú: no empieces con un prompt. Empieza con una idea, una estructura o una intuición.
  2. Edita, no copies: no pegues respuestas sin intervenirlas. Reescribe, combina, mejora.
  3. Haz preguntas retadoras: no pidas solo lo obvio. Desafía a la IA con enfoques irónicos, hipotéticos, divergentes.
  4. Combina fuentes: usa IA, pero también artículos, libros, entrevistas. Diversifica tu insumo.
  5. Evalúa lo que dice: no todo lo que genera es correcto ni útil. Usa tu criterio.
  6. Entrena tu memoria: vuelve a explicar lo que generaste con tus propias palabras. Así no solo ejecutas: aprendes.

Lecciones para el mercadeo y el periodismo

En todo este contexto para los que generamos contenido, la IA ofrece una tentación peligrosa: automatizar.

Pero el resultado suele ser predecible y anodino. Cuando todo el mundo usa prompts genéricos, se pierde el tono, la marca, el alma.

Una campaña no nace del prompt “haz un eslogan para vender seguros“, sino de la tensión, la observación, el giro emocional.

La IA puede ayudarte a encontrar palabras, pero la estrategia y el diferencial siguen dependiendo de ti.

En periodismo, el riesgo es aún mayor. Si confiamos en que la IA investigue, resuma y redacte por nosotros, corremos el peligro de diluir el oficio.

La IA no hace reportería, no pregunta con incomodidad, no duda del poder. Y eso es esencial.

Lo que sí puede hacer es ayudarte a estructurar, encontrar ángulos, sintetizar entrevistas o afinar titulares. Pero el corazón del periodismo sigue siendo humano: la curiosidad, la sensibilidad, el criterio ético.

¿Es esto mío o de la máquina?

La autoría como expresión de identidad y pensamiento

Uno de los hallazgos del estudio que más conecto con mi realidad tiene que ver con la autoría.

Al preguntar a los participantes si sentían que el ensayo que habían escrito era suyo, la diferencia fue abrumadora:

  • En el grupo que escribió sin ayuda (Brain-only), la mayoría afirmó sentirse completamente dueña de su texto.
  • En el grupo que usó buscadores, también hubo un alto sentido de apropiación, aunque algo menor.
  • Pero en el grupo que utilizó ChatGPT, muchos expresaron que no sentían el texto como propio. Algunos incluso dijeron no recordar haber escrito ciertas frases, aunque estuvieran en su documento.

Esto me tocó personalmente.

¿Esto es mío o de la IA? Es una pregunta que me he hecho muchas veces desde que empecé a usar estas herramientas. Y encontré mi respuesta hace mucho.

Los contenidos son míos cuando la idea es mía.

  • La investigación es mía.
  • Yo hago las entrevistas.
  • Reflexiono, cuestiono, conecto puntos.
  • Escribo con mi tono, con mi ritmo, con mi voz. Cuando cuento mis experiencias y análisis.

Por ejemplo, este artículo es totalmente mío, aunque en el proceso de investigación, traducción del estudio, profundización de conceptos y redacción haya trabajado con IA.

La herramienta me ayudó, sí. Pero la dirección, la intención, las decisiones —esas que definen la autoría— las tomé yo.

Y es ahí donde creo que está el límite entre cocrear y delegar.

La IA no borra tu autoría si tú sigues pensando, investigando, interpretando.

Pero cuando dejas que ella escriba sin tu intervención crítica, cuando simplemente aceptas lo que propone sin cuestionarlo, entonces sí: pierdes algo más que control del texto. Pierdes conexión con lo que estás diciendo.

Después de leer esto, les devuelvo la pregunta:

¿Ustedes qué opinan? ¿Será este artículo mío o de la IA?

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