Acceder a la universidad, cada vez más fácil
Los nuevos modelos de formación, la necesidad de siempre estar actualizado para el mercado laboral, y los radicales cambios en la oferta y la demanda universitaria en Colombia, han hecho que acceder a una universidad ya no dependa básicamente de la capacidad económica, del lugar de residencia o de excelentes resultados en las pruebas de egreso de la secundaria, para llegar a la educación superior.
Aun cuando, como país, todavía enfrentamos problemas de cobertura educativa, de no conectividad plena, de limitaciones presupuestales en el financiamiento del Estado a la universidad pública y al ICETEX, y de una urgente mejor articulación entre la universidad y el sector productivo, para que los egresados cuenten con mejores oportunidades laborales, el panorama actual es mucho mejor que el de comienzos de siglo.
A diferencia de lo que pasó con sus padres, para la mayoría de los jóvenes de hoy acceder a la educación superior es una posibilidad real y no un injusto proceso discriminatorio y clasista, en el que solo unos pocos con dinero o excelentes resultados académicos podían pisar un aula universitaria. Estas son las razones:
1) La cobertura (o porcentaje de jóvenes que, con grado de bachillerato, realmente acceden a la universidad) se multiplicó por 4 (en el 2.000 era de 13.82% y hoy rodea el 55 %);
2) Estudiar con la ayuda de mediaciones tecnológicas, plataformas y esquemas virtuales es algo reciente, potencializado por la pandemia, y hoy plenamente aceptado por la sociedad como una modalidad de calidad con flexibilidad y acceso masivo, en todos los niveles, no solo para ingresar a un pregrado, sino también a posgrados y cursos de formación continuada, permanente o para toda la vida;
3) Las políticas de subsidio – beca de los últimos gobiernos para apoyar el acceso (Ser Pilo Paga, Generación E, Matrícula Cero y ahora gratuidad educativa) han permitido el acceso sin costo de cerca de 800 mil colombianos de bajos recursos y quienes de otra forma no hubieran podido estudiar;
4) La gradual reducción, con respecto a hace unos años, en el valor de la matrícula en las instituciones privadas (como producto del aumento en la oferta de instituciones y programas, así como la fuerte reducción en la tasa de natalidad -22,26 nacimientos por cada mil habitantes en el año 2.000 versus 13,38 en el año 2024-) también ha contribuido a masificar el acceso; y,
5) La aparición de alternativas de educación postsecundaria, diferentes a la universidad tradicional (programas cortos, empresariales, en línea, extranjeros, de medios de comunicación, y cerca de 5 mil programas de formación para el trabajo…muchos de ellos gratis), han hecho desaparecer la limitada oferta educativa y la excusa de no tener medios para estudiar. Se estima que cerca de un millón de colombianos (además de los 2.5 millones que conforman el 55 % arriba citado), se benefician de estas opciones.
De esta forma, las preguntas ya no son: ¿Estudiar, ¿qué y dónde?, sino ¿cuál es la mejor opción de educación superior escoger para desarrollar un proyecto de vida?, y entonces el enfoque cambia.
Ya no se trata de matricularse en la primera institución que acepte una inscripción, sino aquella que mejor responda a las expectativas, de jóvenes, adultos y hasta personas de la tercera edad, que más allá de un título, les permita responder a sus anhelos de vida y además de formarles para ser productivos en el mercado laboral (bien como empleados o emprendedores) les enseñe a construir y conocer mejor su propio ser, a saber pertenecer e integrarse a la sociedad, a valorar prudentemente lo que se puede y no y, sobre todo, a servir a la sociedad, con educación y desde la educación, para toda la vida.