Aprendiendo de los Juegos Olímpicos para la vida diaria

Jaime Leal Afanador, rector de la Universidad Nacional

Detrás de la majestuosidad de sus estadios, del despliegue de recursos, de la difusión mediática y de ser el único escenario del mundo que congrega, sin diferencias ni rencillas políticas, a representantes de todas las naciones, los Juegos Olímpicos constituyen un optimista mensaje para la convivencia humana y un catálogo de buenos ejemplos para todos, incluso los no deportistas.

En torno de las justas deportivas, los Olímpicos nos enseñan 10 principios o reflexiones para tener en cuenta en nuestra vida diaria, familiar, laboral y, en general, en las relaciones con los demás.

1. Los sueños son posibles de lograr. No importa la edad o cualquier otra condición, siempre que haya convicción y disciplina.

2. Los triunfos se trabajan. No son regalados. Detrás de cada medalla hay años de dedicación y constancia, incluso de sufrimientos y lágrimas.

3. Así como el deporte reúne; la paz, la armonía y la fraternidad son propósitos que también nos deben integrar más allá de las diferencias.

4. Una competencia se gana desde el primer segundo y se puede perder en el último. La constancia en el propósito y la atención a los detalles son determinantes en cualquier meta u objetivo en la vida.

5. No hay competidor pequeño. Más que en los rivales, las debilidades están en nosotros. Así como podemos aportar algo, de todos los demás siempre aprendemos algo.

6. El respeto por las reglas del juego permiten comprender que siempre hay mecanismos universales para debatir, discutir y competir con altura y argumento.

7. Más allá de un país o de una disciplina, todos los competidores son personas, con sueños, fortalezas y debilidades. En el juego de la vida, la humanidad nos iguala a todos, porque en lo personal, nadie es más o menos que otro.

8. Gran parte del triunfo y las satisfacciones de la vida está en definir un objetivo, en prepararse para alcanzarlo y en competir. Los triunfos y las medallas son emotivas y satisfactorias, pero terminan siendo un medio, no un fin.

9. Las marcas, los logros y las metas alcanzadas por otros en algún momento de la vida, pueden ser superadas. El espíritu y la mente humana es mucho más grande y depara más sorpresas de lo que creemos.

10. Los Juegos Olímpicos nos unen como habitantes del planeta. No nos separan. Nos enseñan que cualquiera puede llegar a hacer parte de nuestra familia, porque nos identificamos en querer ser mejores, saltar más alto e ir más lejos.

En torno de la competencia, descubrimos que anhelamos ser, hacer y tener más. La disciplina es el camino, la competencia nos hace esforzar, el rigor nos hace mejores y la solidaridad y compañerismo son algunas de los principales trofeos.

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lunes 5 de agosto, 2024

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