Biología y justicia
Existen dos refranes populares que rezan: \”Lo que se hereda no se hurta\” e \”hijo de tigre sale pintado\”, sencillos aforismos que hacen alusión al concepto biológico de caracteres heredados y adquiridos. Los primeros, apreciados lectores, significan las características propias que un ser vivo puede transmitir de generación en generación como el color de su tez o el de sus ojos. Por el contrario, los caracteres adquiridos representan lo que no puede transmitir de generación en generación; características que resultan de las condiciones propias de su vida; por ejemplo la musculatura, el oscurecimiento de la piel o inclusive las siliconas. Sin embargo, hubo un naturalista francés que en el siglo XIX aseguró que los seres vivos evolucionamos \”por tanteos y sucesivamente\” y propuso la idea de la \”herencia de los caracteres adquiridos\”.
Se refería él a la capacidad de algunos organismos de trasladar a sus descendientes los caracteres que adquirieron en vida. Pero esta llamativa teoría desafortunadamente no se cumple como muchas quisieran. Por estos días en una ciudad china una pareja -en la que la esposa era una bella y escultural mujer- tuvo un bebé bastante feito. El asombrado marido, pensando que el regalo de la cigüeña no atesoraba propiamente sus genes decide testear ADN y comprobó, para su sorpresa, que el engendro efectivamente sí era el fruto de su amor. Pero lo feo de la creatura motiva al dudoso progenitor a continuar sus investigaciones y finalmente descubre que su amada compañera -cuando aún no la había conocido- era un patito muy feo que gracias a múltiples cirugías se había convertido en radiante cisne. Decepcionado por su engendro, y ahora único heredero, decide apelar a la Justicia. Y es un juez quien dictamina que el infeliz hombre es victima de un engaño atroz y que la culpable, el patito feo convertido en cisne, debe indemnizarlo. ¡Bienvenida jurisprudencia para nuestro reino del bisturí!
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