Bojayá narrada por un sobreviviente

Carmiña Navia Velasco

El padre Antún Ramos Cuesta lanzó en la FILBO recientemente un texto titulado: Bojayá.

Relato del sacerdote que sobrevivió a la masacre. Un libro impresionante que se convertirá en imprescindible para comprender nuestra historia.

Salvo los menores de 25 años, en Colombia todos y todas recordamos las imágenes de la televisión mostrándonos el apocalipsis en la iglesia de Bojayá el 2 de Mayo de 2002.

La historia generalmente se escribe desde los escritorios y bibliotecas, pocas veces tenemos acceso a la historia contada por sus propios protagonistas.

Como dice su autor, Bojayá es un símbolo de nuestra tragedia moderna como país. En esa masacre de las FARC se cruzan y articulan todas las fuerzas que nos matan a los colombianos: los distintos ejércitos.

El oficial, las guerrillas, los para… la pobreza y el abandono estatal… la falta de prevención y soluciones ante las desgracias anunciadas que todos sabemos que van a llegar.

El drama y la impotencia de esta comunidad en las palabras del Padre Ramos, conmueven al lector y le interrogan su conciencia. Así como él se preguntó todos los días: ¿Por qué no hice más? ¿Por qué no volví por los heridos? Todos terminamos por preguntarnos: ¿Por qué cómodamente desde nuestras ciudades seguimos ignorando la guerra que destruye y asesina a medio país?

La lectura de esta historia no es sólo reconstrucción de la memoria desde el corazón mismo de las víctimas, es una visita al propio país que desconocemos y tantas veces ignoramos.

Es una visita al dolor, al desamparo y al horror de la guerra, A los actores que ignoran olímpicamente a quienes caen a su alrededor con tal de conseguir sus objetivos: en este caso el control de la tierra y la desaparición del enemigo, previamente tejido paso a peso.

Es también una invitación al perdón – ese duro, difícil e incompresible perdón – como único camino de la esperada y necesaria reconciliación; como único camino de un futuro posible siempre y cuando la llamada o petición que lleve a él, sea fruto de un real y sincero arrepentimiento, cosa por cierto bien difícil en medio de las dinámicas de guerra y odio que nos habitan como país.

A lo largo de la lectura tenemos acceso igualmente a la vida de su autor, un sacerdote nacido de los márgenes, comprometido con su pueblo y su gente.

Descubrimos el rostro de una iglesia comprometida con el Evangelio y la causa de los pobres. Una iglesia que invita a vivir según la llamada de Jesús de Nazaret, en sencillez y mirando hacia los más sencillos y sufrientes de esta sociedad arbitraria e injusta.

Colombia, desafortunadamente, es un cantera de testimonios como este, que ojalá ayuden a las nuevas generaciones a alejarse por siempre de las guerras y las confrontaciones permanentes.

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jueves 5 de junio, 2025

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