Cali, capital mundial de la biodiversidad: el futuro verde comienza ahora

Pedro Luis Barco Díaz, Caronte

A veces, basta con llevar el taburete al andén y dejarnos envolver por la caricia de los vientos que descienden de los Farallones.

Es un instante perfecto para detenerse y pensar, no solo en los logros y desafíos que nos dejó la COP16 de Biodiversidad de Cali, sino en las valiosas lecciones que aguardan ser convertidas en acción.

Lo primero que hay que destacar es que Cali brilló ante el mundo, entre finales de octubre y comienzos de noviembre del año pasado, con sus lemas Paz con la Naturaleza y La COP de la Gente.

La Zona Verde, vibrante y acogedora, se convirtió en un símbolo de inclusión y participación, demostrando con éxito que Cali no solo puede albergar eventos globales: puede ser el epicentro de un cambio trascendental.

En la Zona Azul, el Corazón de la COP, aunque los resultados fueron más discretos, se lograron acuerdos fundamentales.

Gracias al liderazgo de Colombia y Brasil, se logró el reconocimiento de las comunidades indígenas y afrodescendientes como guardianes esenciales de la biodiversidad, asegurando un espacio permanente para participar activamente en la toma de decisiones.

Además, nació el Fondo Cali, un mecanismo innovador que apunta a garantizar recursos para la conservación y la equidad en el reparto de los beneficios del uso de información genética.

Este fondo, sustentado por contribuciones voluntarias de empresas que explotan datos genéticos, beneficiará directamente a pueblos indígenas y comunidades locales, asegurando que al menos el 50% de los recursos se destinen a proyectos de conservación y desarrollo sostenible.

La COP16 no fue solo un evento, fue un punto de inflexión. Ahora, Cali enfrenta un desafío mayor: mantener su compromiso con la biodiversidad, equilibrando conservación y cambio climático, demostrando que una ciudad puede ser sinónimo de sostenibilidad.

La meta es clara: consolidarnos como un referente global en la protección de la vida en todas sus formas.

Cali ya conoce su rumbo. Por ley, es un distrito turístico, empresarial, cultural, deportivo y de servicios. Pero es, además, un distrito biodiverso.

Porque a solo 25 kilómetros, se alzan los majestuosos Farallones de Cali, protegiendo 196.500 hectáreas de riqueza tropical.

Porque, entre todas las ciudades biodiversas del planeta Manaos (Brasil), Nairobi (Kenia), Cusco (Perú) o Darwin (Australia), Cali es la única que ha sido sede de una COP de biodiversidad.

Porque en la Zona Verde de la COP16, casi un millón de caleños y visitantes aprendieron sobre biodiversidad, consolidándonos como líderes globales.

Porque la alcaldía distrital y la gobernación del Valle, con la aprobación de la ONU, celebrarán cada dos años la Semana de la Biodiversidad, reforzando el posicionamiento de la ciudad como un referente mundial y dando seguimiento a los acuerdos alcanzados en la COP.

El momento de decidir el futuro que queremos construir ha llegado. Con la actualización de nuestro Plan de Ordenamiento Territorial (POT), tenemos el compromiso ineludible de posicionar a Cali como la Capital Mundial de la Biodiversidad.

Esta responsabilidad recaerá en el viceministro del Interior, Jaime Berdugo Pérez, profesional con amplia experiencia en Áreas Metropolitanas, designado como alcalde ad hoc por el ministerio del Interior, debido al impedimento que declaró el alcalde Alejandro Eder.

Es esencial alcanzar la meta 12 del Marco de Biodiversidad Kunming-Montreal: conectar parques y áreas rurales mediante senderos ecológicos, creando un modelo pionero de bosques urbanos que inspire al mundo.

Debemos priorizar soluciones basadas en la naturaleza, aprovechar los espacios subutilizados, promover la vivienda vertical y mejorar la infraestructura de transporte público.

Necesitamos incentivar la mezcla de usos, rehabilitar áreas deterioradas y convertir cada rincón de la ciudad en un ejemplo de sostenibilidad.

También es indispensable remover las talanqueras que limitan los seis ríos -Aguacatal, Cali, Cañaveralejo, Meléndez, Pance y Lili- en el corredor ripario, nuestro Camino de la Vida.

Es urgente garantizar una zona protectora con cobertura boscosa, de al menos 30 a cada lado de sus cauces, como lo determina del decreto 1449 de 1977.

Además, se hace imperativo trasladar la Base Aérea Marco Fidel Suárez y la Tercera Brigada a espacios más funcionales, dedicando esos terrenos al desarrollo de bosques urbanos que regeneren nuestra conexión con el entorno. LA SAE tiene 25.000 hectáreas en lugares estratégicos para ello.

Cali no puede ser solo una metrópoli; debemos convertirla en un homenaje viviente a la naturaleza, un llamado a la acción global y una prueba tangible de que el cambio comienza aquí y ahora.

No debemos meter la ciudad en el bosque; debemos traer el bosque a la ciudad.

Porque, al final, el verdadero triunfo no se mide en las cumbres internacionales, sino en cómo transformamos nuestros barrios, nuestras calles y nuestra vida cotidiana para vivir en armonía con el mundo que nos rodea.

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viernes 25 de abril, 2025

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