Cali frente al reto de la migración venezolana y su impacto social
Ante la complicada situación que atraviesa Venezuela, Cali se ha establecido como una ciudad solidaria, dispuesta a recibir a miles de ciudadanos venezolanos que, debido a la crisis en su país, buscan reconstruir sus vidas en Colombia.
Es innegable que la capital del Valle del Cauca ha sido un destino esperanzador para aquellos que huyen de la pobreza, la violencia y la inseguridad.
Sin embargo, este noble esfuerzo debe ser llevado a cabo de manera organizada y responsable, garantizando tanto el bienestar de los migrantes como el de los locales.
Es necesario establecer un control claro y efectivo en la acogida de migrantes, priorizando la seguridad, la legalidad y la capacidad de respuesta de nuestras instituciones.
Si bien la solidaridad es uno de los valores que define a nuestra región, debemos ser conscientes de que la saturación de recursos y el aumento de tensiones sociales pueden generar problemas para todos, tanto para los vallecaucanos como para los migrantes.
Cali ha sido históricamente una ciudad abierta a la diversidad y a la inclusión.
Según una reciente encuesta elaborada por la consultora venezolana ORC Consultores, cinco millones de venezolanos consideran emigrar debido a la inestabilidad política en su país.
Esto implica que la migración continuará siendo una presión significativa sobre los recursos colombianos.
De acuerdo con un informe de 90 Minutos, Cali es una de las más afectadas por este fenómeno, con 129,113 venezolanos residiendo en la capital del Valle del Cauca, lo que representa cerca del 5% de la población migrante en Colombia.
Esta cifra refleja no solo el alto volumen de migrantes que llegan a la ciudad, sino también la necesidad urgente de políticas públicas que gestionen de manera efectiva esta situación.
La migración masiva, si no se maneja adecuadamente, puede poner en riesgo la capacidad de Cali para ofrecer servicios básicos como salud, educación y vivienda, generando un efecto colateral tanto en los migrantes como en la población local.
Por lo tanto, es esencial que se implementen medidas de control que aseguren una integración ordenada, sin sobrecargar los recursos disponibles ni generar tensiones sociales innecesarias.
Es fundamental que este proceso no se haga a expensas de la seguridad y el bienestar de nuestra población local.
No podemos permitir que la llegada masiva de migrantes termine por desbordar nuestras capacidades.
Las políticas públicas deben ser equilibradas, promoviendo la integración de los venezolanos, pero sin que esto genere exclusión ni marginalización de los propios vallecaucanos.
Es importante que el Gobierno Nacional lidere políticas públicas claras y eficaces que regulen la migración de manera ordenada y que aseguren que tanto los migrantes como los colombianos tengan acceso a las oportunidades y servicios que necesitan para prosperar.
Este esfuerzo debe incluir el fortalecimiento de las capacidades locales para la atención de los migrantes, incluyendo recursos para el registro de los mismos, el acceso a servicios de salud, educación y vivienda, y la promoción de la inclusión laboral.
Cómo diputado del Valle del Cauca, seguiré trabajando, junto a la duma departamental, para que este desafío se convierta en una oportunidad de fortalecimiento social y económico, siempre velando por la seguridad y el bienestar de todos.
La migración venezolana es uno de los mayores desafíos que enfrenta nuestra región.
Sin embargo, también es una oportunidad para reafirmar nuestra identidad solidaria, fortalecer nuestra economía y mostrar que, cuando nos unimos, podemos superar cualquier reto y dar los mejores resultados.
Cali, como ciudad comprometida con los derechos humanos, debe ser ejemplo de cómo la solidaridad puede coexistir con la responsabilidad, siempre velando por el bienestar de todos sus habitantes.