¿Cambian los tiempos?
Desde que el Libertador Simón Bolívar ordenó fusilar a veintidós personajes en Colombia por corruptos, nuestro país no es que haya cambiado mucho.
Incluso si recordamos a los indios caribes, una raza feroz que practicaba la antropofagia y que habitaban en Cartagena y sus alrededores, nos dejó esa costumbre social de “devorarnos” entre si.
Infortunadamente, esa “cultura” parece que nos impregnó tanto que hoy, en pleno siglo XXI, todavía existen Pedros de Heredia que no respetan ni dignidades ni derechos humanos.
Según Eduardo Lemaitre con sus historias sobre la historia de Colombia, algo nos quedó de esa herencia.
Ya no es curioso escuchar al presidente calificando de asesinos a quienes gritan “fuera Petro” o de fascistas a quienes piensan diferente a él.
O de aquellos que se la pasan “berracos” contra once millones a los que tildan de ser responsables inconscientes (¿será?) del decrecimiento de tantos renglones sociales que pueden causar serias situaciones calamitosas para muchos compatriotas que empiezan a padecer alucinaciones pensando en un futuro oscuro por culpa de razones ideológicas.
Asimismo, el gobierno nacional “haría bien en celebrar el bicentenario de Castillo y Rada con bombos y platillos, entre otras cosas porque él fue, junto con don Pedro Gual, el inventor del maldito impuesto sobre la renta.”
Y recordar con nostalgia al General Landazábal cuando desde su ministerio se oponía a la paz mentirosa de Belisario lo que le causó la zancadilla de su colega Matamoros, que con el paso de los días conllevó a la tragedia del Palacio de Justicia, precisamente, por la flojera del gobernante de turno, quién debió entregar el poder al también general Vega Uribe.
Lemaitre nos divirtió cuando escribió: “si yo fuera rey, o siquiera candidato a la monarquía electiva y cuatrienal que tenemos en Colombia, me divertiría ofreciendo a las gentes cosas nuevas, extrañas, un poco utópicas, quizás fantásticas.”
En esas estamos desde el fusilamiento de aquellos veintidós…