Colombia: un año de mentiras, pero también de esperanza
Este año no fue más fácil que el anterior y duele ver a Colombia cerrar el 2025 con tantas dificultades que a veces incluso no son visibles para los ciudadanos.
Las decisiones equivocadas y tercas han tenido consecuencias que el gobierno intenta esconder con discursos falsos.
El país terminó más endeudado, asfixiado por impuestos y con un Estado elefantiásico, costoso e ineficaz, dejando a millones de familias colombianas luchando por un futuro que se desvanece.
A octubre de 2025, la deuda pública escaló a $1.180 billones a causa de un Gobierno derrochador. Al quedarse sin plata, en vez de adelgazar el Estado o cortar la burocracia, optó por cargar el peso sobre los colombianos.
Decretó el Estado de Emergencia Económica, castigando a quienes producen y trabajan.
El decreto impone un impuesto al patrimonio para personas jurídicas desde $2.000 millones. Las empresas pagarían por lo que poseen, no por lo que generan.
Aun en un mal año, con pérdidas o luchando por sobrevivir, tendrían que soltar plata. Esto ahuyenta la inversión, frena el empleo y empuja a las compañías a huir a países vecinos con reglas estables y sin tanto impuesto.
Se suma el alza del gravamen a movimientos financieros, del 4×1000 al 5×1000. Resultado: más informalidad, menos bancarización y costos elevados para las MiPymes.
Pagar nóminas, proveedores o servicios saldrá más caro.
El mensaje es perverso: usar el sistema financiero es un castigo; operar en efectivo, un alivio. Menos economía formal, más invisible y, con ello, más familias hundidas en la precariedad.
Además, se imponen nuevos impuestos a la primera venta o exportación de crudo y carbón. Se golpea un sector clave que sostiene divisas, genera empleo regional y aporta ingresos públicos vitales.
Recordemos: los hidrocarburos ya pagan una sobretasa de renta hasta el 50%. Más impuestos significan menos inversión, menor competitividad, menos regalías para regiones y precios más altos en combustibles, afectando el bolsillo de todos.
El impuesto a los licores sube cerca de 30%, abriendo puertas al contrabando y a la informalidad. El tendero, primera víctima.
Se elevan tarifas a cigarrillos y se extiende el gravamen a vapeadores. Cuando los impuestos son excesivos, se premia al ilegal: lo legal paga, lo ilícito crece, ya lo hemos visto en otros momentos.
Pero ante la cruda realidad, Petro ha preparado tremendas mentiras:
Mentira uno: que el Gobierno desnarcotiza el país. La realidad es brutal: la producción potencial de coca saltó de 1.400 toneladas en 2021 a 2.664 en 2023; hoy hay 253.000 hectáreas.
Incautaciones en mínimos de 15 años: solo 28%. Grupos armados crecieron de 14 mil hombres en 2021 a 24 mil en 2024. Disidencias de 1.860 en 2022 a 6.721 en 2025.
El Clan del Golfo casi duplicado a 8.945. Presencia en 790 municipios. No se recuperó territorio; se abandonó. Las comunidades hoy viven con miedo.
Mentira dos: que Colombia puede abandonar el petróleo ya. En 2024, representó 30,3% de las exportaciones; ventas de crudo: $15 mil millones (unos $63 billones).
Aporta alrededor del 5% del PIB, el 70% de regalías y el 20% de ingresos fiscales. La transición energética no significa renunciar a rentas; sí administrarlas bien.
Pero este Gobierno hundió Ecopetrol: sus utilidades cayeron un 32% en 2025 por manejos ineptos, traicionando el legado nacional.
Mentira tres: que la emergencia es culpa del Congreso o del Banco de la República. Lo cierto es que el mal manejo fiscal disparó la deuda a $1.180 billones. Cerraremos el 2025 con un déficit del 6,2% del PIB y una deuda del 60%.
Crearon 16.854 cargos nuevos; la nómina subió $6,5 billones en cuatro años, sin contar contratistas. Billones sin ejecutar en fiducias.
Mentira cuatro: que no hay crisis en salud. Las tutelas subieron 70% de 2022 a 2024; a mayo de 2025, 126.000.
Los reclamos a Supersalud crecieron 75%; 93% por falta de medicamentos y citas. El rezago de la UPC: $9 billones. Deuda al sistema: $33 billones.
El gasto en salud de los hogares: de 3,3% de los ingresos de los hogares en 2022 a 4,1% en 2024. ¿Cómo no conmovernos ante los pacientes y las familias destrozadas por la negligencia?
Mentira cinco: que la economía va bien. El crecimiento se sostiene en gasto gubernamental (creció en 14,2%), mientras la inversión solo 2,2%. Sin inversión, no hay futuro.
Construcción cayó 1,5%; la extracción de petróleo 2,8%; la extracción de gas 15,9%. Espejismo insostenible, estamos al borde del abismo.
Colombia no está condenada, solo mal gobernada. Tenemos desafíos enormes, pero soluciones claras: reducir el Estado, cortar burocracia, combatir a los ilegales en vez de premiarlos, y abrir oportunidades a los jóvenes con educación de calidad, crédito y empleo real, para que vuelva la esperanza.
Este país tiene futuro. Lo construiremos con verdad, carácter y trabajo. No podemos desfallecer.
Feliz Navidad…