Como el cangrejo
Desde hace algunas semanas estoy preocupado por el tono y la espiral incendiaria que parece cada vez más difícil de apagar.
Hoy me atrevo a decir que estamos atravesando un momento que en definitiva va tomando tintes de amenaza latente a la institucionalidad y a la estructura democrática del país, algo que a pesar de todas las dificultades que ha vivido Colombia a través de su historia, después de la Constitución de 1991 se puede preciar de tener sino el más, uno de los más sólidos entramados institucionales de latinoamérica.
Y es que la muestra más feaciente de lo que estoy diciendo, se dió el pasado 20 de julio en el Congreso de la República durante su instalación, no solo por lo que ocurrió allí con la intervención salida de tono protagonizada por la representante Lina Garrido, sino por las repercusiones y reacciones que vinieron después.
Es preocupante la pérdida de dignidad y respeto que ha sufrido la figura presidencial, causada por el propio presidente Petro, así como por su antecesor Iván Duque, dos mandatarios que no han sabido darle altura a esta dignidad, pero además por la deplorable reacción de ciertos sectores de la prensa que no dudaron en aplaudir la desatinada intervención de la representante Garrido, no tanto por su contenido, sino por la forma en que la hizo.
Ahora, por otro lado, es muy preocupante la presencia como jefe de gabinete del pastor Saade, un polémico personaje que ha figurado principalmente por sus posturas misóginas, repelentes de la institucionalidad, retardataria de derechos y en muchas ocasiones posturas que rayan con el fanatismo.
Y digo que es preocupante, porque no deja de ser llamativo e inquietante que el jefe de gabinete, es decir, nada más y nada menos que la mano derecha del presidente, quien se caracteriza con todo lo anterior, pero además abiertamente y sin ningún tipo de consideración política y democrática, salga del recinto gritando “reelección, reelección” y que lo reafirmara vía redes sociales, algo mal visto pues aquí claramente está yendo en contravía de la Constitución y tengo que hacer énfasis que él no es cualquiera, Saade es el jefe de gabinete del gobierno, entonces ¿qué piensa Petro o a qué está jugando o apostando el Presidente?…quedan interrogantes de fondo para responder.
Lo anterior, además de profundiza aún más con la consigna de Saade que al “periodismo arrodillado hay que controlarlo”, algo preocupante por su talante autoritario, que, si bien es claro el sesgo de algunos de los medios de comunicación, no se puede prever cuál es el alcance de semejante afirmación.
En fin, Colombia hoy está en una espiral de polarización y de animosidad política que raya con primeros visos de tomar tintes de violencia política generalizada, porque si bien ya hubo un terrible atentado en contra de un precandidato presidencial, hasta ahora ha sido un tema puntual, el cual esperamos no vuelva a ocurrir en nuestro país.
Hoy no podemos volver al pasado, pero es como si a los colombianos nos gustará mirar hacia atrás y caminar como el cangrejo, retrocediendo y con miedo a mirar al futuro.