Cuando el miedo regresa: reflexiones tras el atentado a Miguel Uribe

lunes 16 de junio, 2025
Tomás Lombana Bedoya

Después del atentado al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, Colombia ya no es la misma.

No podemos ocultar que en este país nos hemos matado unos a otros desde siempre. La violencia parece estar en nuestro ADN, y puede tomar años, incluso siglos, para que logremos erradicarla de nuestro flujo sanguíneo.

Sin embargo, debemos curarnos. Las nuevas generaciones no pueden volver a vivir lo que se vivió en los años ochenta y noventa.

Los jóvenes nacidos después de 2010 —cuando finalizó el segundo mandato de Álvaro Uribe Vélez— hoy están llegando a los 25 años. Buena parte de esta generación culpa de la violencia de estos últimos 33 años (8 años de gobierno uribista y 25 posteriores) a ese grupo de pensamiento político.

Se ha señalado a un solo hombre, y hoy a toda una línea ideológica de derecha o democrática, como los responsables de todos los males, profundizando la polarización nacional.

Tal vez esta generación no había vivido un atentado tan visible y simbólico como el sufrido por Miguel Uribe, un joven cuya historia personal también está marcada por la violencia: el asesinato de su madre, Diana Turbay.

Este atentado tocó fibras profundas. La violencia volvió a las ciudades, al entorno urbano, pero lo cierto es que nunca se ha ido del todo. Se vive todos los días en los municipios y corregimientos de Colombia, en la Colombia rural.

Este hecho también me removió. Me llevó 30 años atrás, cuando escuchaba a mis padres hablar de atentados, bombas y del temor de caminar por las calles de las ciudades.

Y hoy me hago muchas preguntas:

  1. ¿Las Fuerzas Armadas de Colombia están debilitadas y con las manos atadas?
  2. Si en las ciudades ponen bombas y atentan contra candidatos presidenciales, con una inseguridad desbordada, ¿cómo están entonces las zonas rurales? ¿Se convirtieron en tierra de nadie?
  3. ¿Qué tan seguro es hoy transitar por las vías del país?
  4. ¿Hasta cuándo seguirán el secuestro y la extorsión a empresarios?

De algo debemos estar seguros: para recuperar la tranquilidad en los territorios, la respuesta del Estado —a través de las Fuerzas Armadas, la Policía y todas sus instituciones— debe ser contundente. Como sociedad, debemos dejar atrás esa resignación de sentirnos vencidos por los violentos.

Tenemos que recuperar la seguridad, acorralar a quienes promueven el caos y lucran con la ilegalidad. Esto no es tarea de un partido político ni de un líder en particular.

Es una necesidad nacional, transversal a toda la sociedad. Es algo que, sin importar quién esté al mando, el Estado nos tiene que garantizar… o al menos intentarlo.

Entre todos debemos hacer que este país sea viable. Que nuestros hijos se queden, que lo saquen adelante. Porque, si no lo logramos, podríamos enfrentar una fuga de talento irremediable, con consecuencias serias para el crecimiento de Colombia como nación.

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