De cuarentena en cuarentena
Ya van más de 7 meses desde que se empezó a hablar del coronavirus en el mundo y 5 meses desde que se presentó el primer caso en Colombia y dejó de verse como algo lejano, que nunca llegaría a este rincón del mundo. Llevamos 137 días en aislamiento preventivo obligatorio y dada la última ampliación llegaríamos a 160 días. Es decir, que llevaríamos casi 6 meses con la interacción humana física limitada, aunque la vida productiva se ha ido recuperando en gran parte de los sectores económicos, por medio de una reapertura gradual en las sucesivas ampliaciones del aislamiento.
En total se han dado 8 ampliaciones al aislamiento, pero ya no podemos seguir de cuarentena en cuarentena. Es hora de que seamos más creativos a la hora de diseñar estrategias para hacerle frente a estas crisis, conviviendo con el virus. En esta etapa, con el aprendizaje que se logró y con el tiempo que se ganó al retrasar el pico de la pandemia, que eran los objetivos del aislamiento, y adicionalmente teniendo en cuenta que no tendremos un cura en el mediano plazo, debemos tener planes claros y sostenibles, pensando en el bienestar económico, pero también psicológico de las personas
En lo que respecta al bienestar económico, se le ha dado prioridad a la vida productiva en la fase del aislamiento en que estamos. Se debe tener en cuenta que gran parte de los sectores han sido habilitados para operar y esto ha generado la recuperación de una parte de los empleos, como lo muestran las cifras del Dane del mes de junio. No obstante, como lo había dicho en otra columna, era de esperar que la destrucción del empleo se mantuviera alta y que a ese ritmo sea muy difícil recuperar en el mediano plazo el nivel de empleo que permita frenar el tránsito hacia la pobreza de gran parte de la población vulnerable.
Esto pasa en mi concepto por cuatro razones: La primera razón tiene que ver en que hay una diferencia entre reapertura de un sector y su real reactivación, los sectores que al principio tenían restringida su operación se vieron tan afectados en su flujo de caja que a pesar de que ya se les fue permitiendo operar, no tiene capital de trabajo para reactivar sus operaciones, para la nómina o para cumplir los protocolos de bioseguridad. Segundo, porque no se han terminado de habilitar el resto de los sectores de la economía que son intensivos en capital humano; como lo es la gastronomía, el turismo, y los servicios de recreación, esparcimiento, deporte o educación, lo cual no solo afecta a los empleos directos que generan, sino también a otros sectores con los que tiene fuertes encadenamientos.
Lo anterior, explica la tercera razón, muchos sectores no tienen hoy la demanda de insumos intermedios que tenían antes de la crisis de otros sectores, por distintas razones. Por poner ejemplos, algunos sectores de alimentos agrícolas o procesados sus ventas dependen alrededor del 30% del sector HORECA –Hoteles, Restaurantes y Cafeterías, que no están trabajando en toda su capacidad; otro ejemplo, desde el lado informal, son los vendedores que dependen que un colegio o universidad esté abierta.
La cuarta razón tiene que ver con la demanda del consumidor final, debido a la misma afectación de las fuentes de ingreso se ha disminuido capacidad de compra, la incertidumbre generada ha hecho que muchas personas concentren su consumo en lo prioritario, y adicionalmente, la falta de vida social implica que no se requieran una serie de bienes y servicios, y como resultado de todo esto, la demanda de muchos sectores se ha visto deteriorada.
Dada esta afectación de las cadenas de valor, se necesita que todos los sectores estén funcionando para que poco a poco puedan alcanzar su capacidad productiva y con esto el empleo. Ya no es sostenible restringir la operación de algún sector, se debe abrir totalmente la economía, pero desde luego, con limitaciones en operación de acuerdo con las particularidades sectoriales y asegurando el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad y el distanciamiento.
En lo que respecta al bienestar psicológico, aunque es un tema subjetivo pasa mucho por la libertad del individuo y el contacto con sus familias y amigos. No se puede limitar la vida de una persona a su trabajo como si fuera solo un factor de producción. Debemos seguir con el distanciamiento social, es verdad, pero debemos encontrar maneras que las personas puedan ir recuperando sus espacios de ocio y recreación, y que puedan visitar sus familiares con la debida protección, esto se debe hacer de forma planificada para que los actores privados se preparen y demuestren que pueden operar sin riesgo, cumpliendo los protocolos de bioseguridad; y en materia pública implica la reorganización del espacio público, para darle mayor espacio a las personas.
El COVID-19, llegó para quedarse y no podemos esperar en el mediano plazo una normalidad en nuestra vida cotidiana, o tal vez nunca llegará, porque esta crisis cambió para siempre nuestros parámetros de relacionamiento social, consumo y trabajo. Debemos aprender a convivir con esto y trabajar en un plan de desconfinamiento total que incluya pedagogía en prevención, distanciamiento, bioseguridad, monitoreo constante y sobre todo la colaboración entre toda la población, buscando un balance seguro entre la vida social y la productiva.