Domingo de votos
El pasado domingo la gente salió a votar a pesar del sol canicular que calentaba mucho más el clima electoral, esta vez tenían claro por quien hacerlo, llegaron a las urnas “enceguecidos” por sus firmes convicciones: votar contra Petro, el endemoniado candidato que ha prometido subirle los impuestos a los que tengan latifundios improductivos.
Los colombianos que no tienen siquiera un lote fúnebre, votaron con los dientes apretados por la rabia que les produjo semejante amenaza. De otra parte, los petristas salieron a votar convencidos que el pueblo había copiado bien su mensaje: votar por Duque implicaría que Colombia seguiría siendo una república ganadera y la tercera más inequitativa del globo, sin darse cuenta de la conformidad de sus gentes con esta realidad. ¡Duque!… ganó Duque!
También pasó que todos los candidatos presidenciales quedaron vivos, unos más fortalecidos y otros, que estaban moribundos, en franca recuperación. Vargas sacó a prueba su aceitada maquinaria y dobló su representación congresional, aun cuando esperaba más; De La Calle, si consigue el respaldo de su elusivo partido, podría de nuevo entrar a jugar; a Fajardo se le apareció la virgen con las nalgas descubiertas, resucitó de las cenizas y se mete renovado a la lucha; Petro sigue convencido que va ganar, es más terco que una mula; Duque, uribito versión 2018, favorito de la prensa y declarado por Arizmendi ganador en primera vuelta; hasta las Farc, si se piensa bien, ganaron con su famélica votación, saldrían por el momento de la mira del odio y dejarían de ser la amenaza castrochavista: ya nadie podrá decir que Santos les entregó el país.