El dictador

Víctor Manuel García

No hay lugar a dudas que la noticia esta semana es y seguirá siendo todo lo que está aconteciendo en Venezuela.

Y es que los momentos que vive el vecino país, no son solamente de incertidumbre y decepción, sino de una angustiante tensión que parece comenzar a entrar en una espiral que sabemos donde comienza, pero no donde irá a terminar y ya algunos brotes de violencia comienzan a asomar en las calles de las ciudades venezolanas.

Hasta el momento de escribir esta columna el número de fallecidos aumentaba a más de veinte y las calles comienzan a sentir el rigor de las patrullas militares, de la guardia nacional y de civiles armados que están “cuidándole la espalda” a Maduro.

Y es que Nicolás Maduro se está atrincherando, y cada vez más se siente como cuando un animal se ve atrapado, arrinconado, es decir está en modo supervivencia, a tal punto que ya perdió la vergüenza junto a Diosdado Cabello de advertir (amenazar dirían algunos) a los líderes y demás ciudadanos de la oposición, expresando que se iniciará la construcción de dos cárceles que buscarán la “reeducación” de quienes sean aprehendidos.

Hoy Maduro siente como nunca la presión, y no es para menos, pues al profundo desgaste con la ciudadanía venezolana y su descontento cada vez mayor con el régimen, se le suma un aumento en la intensidad del rechazo internacional.

Por ejemplo, los dos principales líderes del continente americano, es decir Joe Biden y Lula da Silva, se pronunciaron instando al régimen a mostrar las actas de los escrutinios para demostrar la legitimidad de la supuesta victoria de Nicolás Maduro en las elecciones del domingo e incluso el gobierno norteamericano fue un paso más allá, pues el Secretario de Estado, Anthony Blinken, emitió un comunicado reconociendo a Edmundo González como presidente electo e instó en el mismo a Maduro a dejar el poder de “manera pacífica”.

En esta vía, el lunes Gabriel Boric, presidente de Chile, se había pronunciado de manera enérgica, tildando directamente a Maduro de antidemócrata a lo cual el mandatario venezolano respondió expulsando a su embajador.

Por su parte Colombia a través de su canciller hizo un llamado en la misma vía de lo hecho por el presidente brasileño y estadounidense, donde el gobierno colombiano le pidió a Nicolás Maduro permitir una auditoría internacional al sistema electoral para legitimar y levantar los mantos de duda sobre el resultado.

Personalmente pienso que la actitud del gobierno colombiano hasta ese punto fue acertada, adoptando una posición neutral pero firme en su solicitud de transparencia del proceso, abogando por una auditoría. Sin embargo, esto ha sido opacado por el escueto comunicado emitido en las últimas horas de manera conjunta por Colombia, Brasil y México.

Los “buenos oficios” hasta el momento de estos tres países, que dicen buscan favorecer el diálogo en Venezuela, han sido infructuosos, pues el régimen de Maduro ha elevado el tono y las amenazas a la población en general, pues ya se puede evidenciar que no es solo la “clase alta” la que manifiesta el desgaste con su gobierno, sino que este descontento ha permeado ya los sectores populares del país.

Son momentos difíciles para Venezuela y lastimosamente algunos políticos oportunistas de Colombia, no han dudado en hacer una relación entre lo que sucede en Caracas con un supuesto y descabellado suceso en Colombia en 2026.

A esos políticos irresponsables, desde mi punto de vista, se les debe hacer un llamado para que moderen el lenguaje y dejen de hacer similitudes que no existen con nuestro país, porque lo único que hacen es incendiar aún más el ambiente en Colombia, todo con el interés particular de ganarse unos votos en 2026, es decir, no les interesa si se desestabiliza el país aún más, siempre y cuando eso traiga réditos electorales.

Todos abogamos para que se resuelva de la mejor manera la situación para los venezolanos, pero también aprovecho este espacio para hacer un llamado a la calma y a la cordura a los colombianos y recordarles que Colombia no es Venezuela y que gracias a nuestro entramado institucional y nuestras fuerzas armadas, difícilmente nos convertiremos en Venezuela.

En conclusión, podemos ver que todo estos acontecimientos han desvelado algo que muchos ya habíamos dicho desde hace algún tiempo y es que en Venezuela no cabe duda que hay una verdadera dictadura.

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sábado 3 de agosto, 2024

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