El éxito de Cali en la COP16
La COP16 fue, sin duda, un hito para Cali.
La ciudad demostró que, a pesar de las dificultades, puede organizar eventos de talla mundial. No fue fácil.
Desde las fases iniciales, los organizadores enfrentaron incertidumbre y obstáculos que llegaron a poner en duda la realización del evento.
Incluso se consideró trasladarlo a Bogotá debido a preocupaciones de seguridad.
Sin embargo, el Valle del Cauca y Cali respondieron con determinación, entregando una cumbre de alto nivel que dejó a todos sorprendidos.
El Paseo Bolívar, el Boulevard del Río, la Plaza de Caicedo y San Francisco se convirtieron en el corazón de este evento.
Los visitantes quedaron cautivados por la zona verde y sus espacios abiertos, donde se respiraba el espíritu de la COP16.
Los organizadores de la COP lograron lo que los de otros eventos internacionales no han logrado: impregnar de entusiasmo a la ciudadanía.
La atmósfera se extendió desde los espacios oficiales hasta los encuentros culturales en el Coliseo El Pueblo y el Boulevard de Oriente. Fue un contagio de optimismo, vitalidad y alegría que Cali necesitaba después de episodios tan duros como el estallido social y la pandemia, que dejaron heridas en el ánimo de la ciudad.
Pero más allá de la celebración, este éxito debe servirnos de punto de inflexión.
La COP16 nos enseñó que somos capaces de grandes cosas y de recuperar nuestro sentido de civismo y pertenencia.
En un momento en el que Cali parecía caer en la desesperanza y la falta de orden, la cumbre nos recordó nuestro potencial como ciudad unida y cívica.
La COP deja un punto muy alto para futuros eventos en Cali, incluso para repensar la Feria de Cali.
No se trata solo de atraer visitantes extranjeros, sino de movilizar a los caleños mismos.
Sin duda, los 15.000 turistas y los personajes que vivieron son importantes pero más lo son los miles de caleños que salieron a las calles a disfrutar de los eventos.
Un ejemplo de ello eran las más de 30.000 personas que acudían diariamente al edificio Coltabaco.
Estas cifras son testimonio del poder del turismo interno y de cómo el entusiasmo local es lo que dinamiza la economía.
Este éxito es un llamado a aprovechar la participación ciudadana, promoviendo eventos que no se limiten a la rumba, sino que transformen la ciudad en un espacio de orden, convivencia y progreso colectivo.