El poder del ejemplo

Hernando González

Me resulta de suma preocupación ver cómo en los últimos meses los casos de violencia entre ciudadanos están escalando cada vez más, al punto en que en ciudades como Bogotá la gente tomó justicia por mano propia contra un hombre que atropelló a unos motociclistas, y eso parece diluirse en el paisaje de noticias del día a día en nuestro país.

En las calles de Cali, por ejemplo, es cada vez más común la agresión a los agentes de tránsito por exigir la documentación del vehículo o por pedir orden en las calles.

Esto ha escalado al punto en que, solo en 2024, se presentaron unas 45 agresiones y, para mayo de 2025, ya se sumaban 38, por lo que todo apunta a que este año superará el récord pasado.

¿Por qué la primera reacción en las calles es la agresión contra el otro? Creo que la paz que en Colombia tanto necesitamos debe venir, especialmente, desde cada uno de nosotros.

Porque cada ciudadano, por más desapercibido que crea ser, siempre puede aportar algo a la construcción de una mejor sociedad.

En el debate público este tema se intensifica y se llega al punto de querer “borrar” al que piensa diferente, al que tiene otra ideología.

Pero como docente, por tantos años, estoy absolutamente convencido del poder transformador que tiene la educación. Y las evidencias lo demuestran: Los países más educados son menos violentos y más prósperos. Tal es el caso de Japón, Corea del Sur, Canadá, Estados Unidos, entre otros.

Y el primer ejemplo debe venir desde el Gobierno Nacional, los gobiernos locales, pasando hasta por los Congresistas.

Pero todos los ciudadanos, sin distingo, tenemos la posibilidad, y la responsabilidad, de educar desde las acciones y eso es: Haciendo lo correcto, respetando al diferente, entendiendo que la norma no está para coartar, está para ordenar y convivir.

Creo firmemente en el poder del ejemplo, porque desde él se educa y se demuestra que hacer las cosas de manera diferente sí se puede.

Lograremos transformar el futuro de nuestro país cuando le mostremos a los niños que se puede debatir con el otro, sin necesidad de caer en el insulto o la degradación. Que la diversidad de pensamientos no es mala, por el contrario, puede ser enriquecedora.

Podemos ser diferentes sin ser enemigos. Esa debería ser nuestra consigna como país para poder superar, poco a poco, toda esta historia de violencia que, en vez de disminuirse luego de un largo proceso de diálogos de paz, parece mutar y expandirse por las redes sociales, para terminar en las calles.

Porque la paz en nuestro país no depende únicamente de los agresores, que existen, por supuesto, sino de cada uno de nosotros a través de nuestra inteligencia emocional y conscientes de nuestro rol como constructores de país, el cual sí determina qué sociedad tendremos mañana.

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domingo 16 de noviembre, 2025

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