El Principio del Fin
Antes de la COP 16, saldaré una cuenta pendiente con mis lectores.
No me avergüenza confesarlo: me arriesgué de polizón en la excursión “El Principio del Fin”, que hace tres décadas organizó don Oscar Rivera Luna, con destino a varios lugares exóticos.
Cerca al Amazonas me descubrieron, no había más remedio, timorato debía delatarme, no podía seguir fingiendo entre pescadores que a Eva, Andrés, Mariana y don Oscar les contaban historias ancestrales.
Camuflado entre el equipaje escuché cómo era el asunto de los ríos voladores, que gracias al vapor que irradia la selva Amazonas, brotan en los lejanos macizos Andinos.
Añoraremos los caudales hídricos que nacían en cimas, entre encajes de algas rojas, púrpuras, amarillas y verdes, que se transformaban en riachuelos caudalosos que cargados de biodiversidad vertían a otros ríos importantes.
Al presenciar una boda en la tribu witoto, comprendí que la felicidad no se compra con dinero.
La benevolencia del chamán que me curó una llaga que asustaba de llevarme al hoyo, me demostró que el uso de hierbas jamás se parecerá a la medicina científica y lucrativa de las EPS.
El viaje de aventuras se prolongó durante meses al África, Asia y Australia.
Evitando suspicacias, les aclaro: mi confesión deriva de las crónicas de Oscar Rivera Luna, ganadoras del Premio Jorge Isaacs 2004, Modalidad Narrativa, Autores Vallecaucanos.
“El Principio del Fin“, contiene historias placenteras como “Las mil y una noches”, libro digno de reivindicar en la COP 16, porque los temas narrados se inspiran del cambio climático global.
Oscar Rivera Luna tiene sapiencia científica y elocuencia literaria.