El ser solidario

Jaime Alberto Leal Afanador - Rector UNAD

Erróneamente se cree que solo los pobres, discapacitados o sin oportunidades necesitan solidaridad; es decir, de una mano amiga que, desinteresadamente, les dé alimento, trabajo, consuelo y apoyo para facilitar su existir.

Pero todos, sin excepción, en algún momento, hemos necesitado y necesitamos de solidaridad. No solo a quienes el destino los ha puesto en una cruda existencia, con dolor, pobreza, hambre, violencia y desempleo.

También quienes hemos contado con la fortuna de tener estudio trabajo, familia, salud y un favorable contexto económico, hemos necesitado, anhelado o deseado una mano solidaria: Para ser escuchados, para responder a una súplica, para enfrentar y comprender situaciones y escenarios desconocidos y para evadir la soledad, el sufrimiento, la angustia y, en fin, las incertidumbres.

Porque ser solidario va mucho más allá de dar algo (dinero, un bien, algo material…) a quien lo necesita.

Implica reconocer, escuchar, acompañar, redistribuir, adaptar, cuidar, transformar, visibilizar, interpelar, construir… dar desinteresadamente sin esperar nada a cambio.

Ejemplos del espíritu solidario (de estudiantes de la UNAD)

  1. En zona rural del Meta, una estudiante de Licenciatura en Educación Infantil replica, con su celular y un tablero improvisado, sus clases virtuales con niños que no tienen acceso a internet.
  2. En el Cauca, un estudiante de Ingeniería de Sistemas da mantenimiento gratuito a los computadores del barrio, para que niños y ancianos puedan acceder a clases virtuales.
  3. En Córdoba, varias estudiantes que son madres solteras tienen una red informal para cuidarse los hijos durante exámenes y tutorías.
  4. En Boyacá, un tutor de psicología reescribió sus guías académicas en formato accesible para un estudiante con discapacidad visual.

 

Tener un buen corazón y voluntad para dar es el punto de partida de la solidaridad, pero esto no es suficiente.

La verdadera solidaridad se expresa en la sincera y real preocupación sobre la situación del que necesita algo que podamos facilitarle.

Más allá del principio de caridad, la compasión, una creencia religiosa o del simple deseo de ayudar, la solidaridad es una expresión de dignidad de quien la ejerce.

El ser solidario es consciente que todos somos humanos e imperfectos y que, si bien hoy se puede tener trabajo, salud y dinero, estos nunca están plenamente asegurados y tal vez mañana falten.

También, sabe que hoy la falta de compañía, afecto, escucha, comprensión o apoyo deben responderse con cariño solidario.

En todo contexto, idioma, religión, condición social y cultural, siempre tiene vigencia aquello de “hoy por ti, mañana por mí”.

Ser solidario implica preocuparse por los otros, porque conviven con nosotros o simplemente porque son humanos, sujetos de dignidad.

Y porque la solidaridad también obedece a un instinto de preocupación por sí mismos. Solo en la medida en que todos quienes nos rodeen se hallen bien, podremos tener seguridad y confianza.

Ese es el bienestar extendido. Siempre, al ayudar a los demás, nos estamos ayudando a nosotros mismos.

“Hasta que la gran masa de la gente no se llene del sentido de la responsabilidad por el bienestar de los demás, nunca se podrá alcanzar la justicia social”: Helen Keller: Primera persona sordociega en obtener un título universitario.

Como país, padres y ciudadanos tenemos la obligación de cambiar esa lamentable cultura de egoísmo, de competencia desleal, de discriminación, y de obsesión por el dinero, lo material y el poder.

Los recursos deben ser para el disfrute de todos y la política debe tener como finalidad el bienestar colectivo y la acción solidaria.

Tenemos la obligación de ser coherentes entre el discurso y nuestras acciones. No basta trabajar para tener, sino esforzarse para ser más y mejores personas, y esto solo se logra en armonía y convivencia con los demás.

Dar pan al hambriento es una enseñanza bíblica sobre el espíritu solidario, y quienes vivimos para la educación (como un derecho y no como un privilegio: sin distinción, sin fronteras, sin barreras), la solidaridad debe traducirse en pensar y ponerse en la posición del otro, en ayudarle a comprender, en responder a sus necesidades y en favorecer la convivencia, gracias al conocimiento y al servicio.

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jueves 25 de septiembre, 2025

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