Elogio de la lentitud
El 24 de mayo de 2022 se desplomó un muro del Convento de san Francisco. La plazoleta cumplirá tres años de peligro con ese boquete de media pared.
Los ciudadanos sentimos grima al observar el lugar todavía en ruinas y nos espanta el olor fecal y de orín que circunda la antigua Torre Mudéjar y la capilla La Inmaculada, zona aprovechada como letrina por orates y habitantes de la calle.
Hace tres años los gastos de la restauración se estiman en 1000 millones de pesos, pero ahora puede calcularse que supere los 3000 millones.
Con la lentitud en la restauración se sacrifica el bienestar colectivo de fieles y ciudadanos. Desde hace tres años no volvieron los niños que alegres en la plaza de san Francisco le echaban maíz a las palomas.
Santiago Gamboa, ¿Qué hubiese escrito sobre nuestra ciudad en su libro de viajes “Ciudades al final de la noche”? Ítalo Calvino, ¿Cómo describiría a Cali si la hubiese incluido en su ensayo “Las ciudades invisibles”? Afortunadamente, Fernando Savater, no incluyó a Jorge Isaacs, ni a Eustaquio Palacios, en su libro “Las ciudades y los escritores”.
¿Será que los restauradores del convento declarado monumento nacional desde el 2004 por el Ministerio de la Cultura, tomaron a pecho que Carl Honoré en su ensayo “Elogio de la lentitud” pretende convencer que una vida sin prisas nos ayuda a ser más felices?
Adenda: Los caleños observamos con extrañeza que la restauración de los muros y los techos centenarios está visiblemente apoyada en una estructura metálica que contrasta con la antigüedad de cuatro siglos.