Formas y fondos

Hugo E. Gamboa Cabrera

Antes el comunismo era conocido como tal hasta que llegó Gorbachov a liderar a Rusia, dueña de una “cortina de hierro” que le había sido adjudicada cuando terminó la segunda guerra mundial, la que ese importante mandatario, ganador del premio Nobel de la Paz, clausuró, diciendo: “¡Basta!”.

Impuso sus famosas perestroika y glasnost. Desde ese momento los comunistas se denominaron de izquierda o “progresistas” pero, de fondo, continuaron siendo lo mismo de antes, según Fidel Castro y Lula da Silva, quienes con ese propósito crearon el Foro de Sao Paulo, donde pernoctan algunos países latinoamericanos que hoy dan lástima, salvo Brasil y Chile.

El primero porque se trata del país más grande de Suramérica y su gobernante tiene limitaciones políticas y militares para establecer medidas pauperizadoras y, el segundo, por ser gobernada por un izquierdista moderado, respetuoso y de consensos, sin pisotear ni al país, ni a sus empresarios ni a opositores.

Es difícil identificar a un país o Estado de izquierda que sea ejemplo de ser verdaderamente “progresista” salvo la China, país donde no existen libertades de ninguna índole, incluida la del derecho a la huelga pero que, gracias a medidas capitalistas, se convirtió en el poderoso país que es hoy, el único que permite esa mixtura de comunismo y capitalismo.

Fallecido MaoTsé Zedong, un guerrero indudablemente pero con muchísimos muertos que se oponían a su régimen y también por los que no soportaron las hambrunas a las que fueron sometidos por sus drásticas medidas, lo reemplazó un economista—Den Xiaoping—a quién tenían apartado de cualquier cargo político.

Ayudó a corregir los errores de una “revolución cultural” que solo le causó a China graves problemas porque a través de ella se luchaba por el poder.

Al final Deng se impuso gracias a sus propuestas de reformas económicas para sacar del ostracismo a su país, alentó las inversiones extranjeras, la privatización de las empresas estatales y la creación de Zonas Económicas Especiales, lo que produjo el “milagro económico chino”.

De allí en adelante, todo eso jugó un papel crucial en la rápida expansión económica de ese poderoso país en el ámbito mundial.

Esa es una invaluable diferencia entre los radicales de ese nefasto esquema que heredaron de Lenin y de un hombre que, siendo comunista como Deng Xiaoping, tenía claro que las reformas económicas de tipo capitalista, manteniendo la retórica de estilo comunista, eran fundamentales para salvar a su país.

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lunes 15 de julio, 2024

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