Hacia la verdadera reactivación económica

Edwin Maldonado

Hoy completamos 160 días de confinamiento obligatorio estricto en nuestro país y se termina por fin la etapa más dura en nuestra historia como nación, en la cual una pandemia puso a prueba nuestro sistema de salud, económico y social.

Alcanzamos medio año en los que la regla fue “aislamiento obligatorio” con algunas excepciones, que fueron aumentando para permitir la apertura de actividades en un aislamiento inteligente. Ahora, a partir del 1° de septiembre entramos en lo que se ha denominado Aislamiento selectivo y distanciamiento individual responsable, la regla sería “apertura general” con algunas restricciones relacionadas con las aglomeraciones, y otras que van a depender de los alcaldes.

Sin duda, esto representa una gran noticia, porque permitirá recuperar el daño que generó el confinamiento y consolidar una senda clara de recuperación económica. La cifra del PIB del segundo trimestre de -15,7% muestran la caída más grande en nuestra historia y el reto ahora es cómo recuperamos lo perdido, no tanto por la producción en sí, sino por el empleo y ocupación de las personas.

Si bien, la peor afectación económica se dio en el mes de abril, y de mayo a junio se ha visto una leve tendencia de recuperación del PIB y el empleo, en Julio ya se conoce las cifras de empleo y muestran que hubo un retroceso en la recuperación del empleo, y quedamos con una tasa de desempleo del 20,2% que afecta más que todo a mujeres y jóvenes. A pesar de que se espera una mejora en el PIB, lo más seguro es que en el tercer trimestre consolidado no alcancemos a tener cifras positivas y entremos en recesión económica oficialmente. Bajo este escenario, el cambio de tendencia va a depender de una recuperación total de la oferta productiva para tener un mayor ritmo de generación de empleo.

Es clave la apertura del resto de actividades productivas y sociales a partir del día de hoy, dentro de un plan de desconfinamiento total. Sabemos que esto debe ser un proceso gradual y responsable, asegurando el cumplimento estricto de los protocolos de bioseguridad por parte de los sectores económicos; a los cuales, a la luz de la apertura de otras actividades de vida social, habría que sumar protocolos de convivencia biosegura y reorganización del espacio público. No nos debe dar miedo la reapertura, pero esta se debe hacer teniendo en cuenta que el COVID-19 está todavía latente. Se debe reforzar la pedagogía y cultura ciudadana, porque independiente de la vigilancia y control, todo dependerá de las acciones individuales de las personas.

Sin embargo, hay que diferenciar entre apertura económica, a una verdadera reactivación de nuestra economía. La primera es la posibilidad que una empresa pueda reiniciar sus operaciones, y la segunda es cómo hacer efectiva esa oportunidad y en condiciones que le permitan ser sostenibles.

Para una verdadera reactivación económica se requieren cambios estructurales que se debe trabajar como país en materia fiscal, laboral, de protección social, formalidad y de desarrollo productivo, así como estrategias de mediano y largo plazo en cada región, de acuerdo con sus capacidades productivas. Pero, ante todo, se debe tener una estrategia de choque para los próximos 6 meses, en la que hagamos uso de lo que hemos aprendido, para mantener las medidas que han servido, implementar nuevas y complementarias, así como instrumentos que ya existen, pero no se han utilizado completamente. Me quiero enfocar en tres aspectos de esta estrategia de corto plazo, en la cual tiene mucha incidencia lo que se haga en las regiones.

En primer lugar, está la liquidez empresarial, dado que actualmente muchas empresas, sobre todo Mipymes, no cuentan con flujo de caja para iniciar operaciones, no pueden asumir los costos que implican los protocolos de bioseguridad, reenganchar a sus trabajadores, comprar insumos o adaptarse a la nueva realidad. Es necesario mantener por mínimo un año más los alivios a las empresas en materia de impuestos y obligaciones, y subsidios a la nómina y prima.

Lo anterior contribuirá en la caja de las empresas, pero debe ser complementado con fuentes de financiación innovadora. Esto implica facilitar acceso a mercados de capital, financiación híbrida, crowdfunding, etc., Crear líneas incluyentes de financiación que integren fuentes locales, nacionales e internacionales y que no piensen solo en el retorno financiero, sino en el retorno social y ambiental; que tenga en cuenta la relación con empresas anclas, las garantías mobiliarias como son los contratos, cosechas, inventarios, y masificar el factoring mediante la implementación de la factura electrónica, entre otros instrumentos que se traduzcan en mayor accesibilidad, mayores plazos y menores tasas de interés.

En segundo lugar, a muchas empresas les ha costado adaptarse a las nuevas oportunidades del mercado, debido a temas culturales o debilidades estructurales. Cumplir cabalmente los protocolos de bioseguridad, adecuarse a la nueva realidad que implica un uso intensivo de tecnologías para el trabajo remoto y el comercio electrónico es más difícil entre más pequeña sea la empresa. Por eso, se deben reforzar las estrategias de acompañamiento a las empresas con incentivos a la formalización, articulando toda la oferta que existe por parte de actores públicos o privados de orden local o nacional, las cifras muestran que todavía muchas empresas no logran acceder a servicios de apoyo empresarial.

Por último, la afectación de las fuentes de ingreso y la incertidumbre ha hecho que muchas personas restrinjan su consumo. Si bien, la confianza comercial en julio cerró en terreno positivo por primera vez en cinco meses, las cifras bajas de inflación demuestran que el tema es serio. Puede que logremos la reapertura de todos los sectores, pero si no hay una demanda fuerte, las empresas verían afectada su sostenibilidad.

El primer paso para dinamizar el consumo es devolver el poder adquisitivo a la población por medio del trabajo, pero es necesario tener una estrategia de recuperación del consumo por medio de incentivos adecuados que no vayan en contra de la competencia y el bienestar de los consumidores. También hay que recordar que tenemos un mercado ampliado vía acuerdos comerciales, que debemos aprovechar reforzando las estrategias de inserción en mercado globales, sobre todo en pymes.

Recuperarnos de este shock de oferta y demanda en nuestra economía representa el reto más importante como país y es importante considerar todas las propuestas. La resiliencia de las regiones y la velocidad de la recuperación depende de la complejidad de la estructura productiva, y de la suma de esfuerzos entre actores del ecosistema público, empresarial y académico. Solo así, garantizaremos la implementación efectiva de las propuestas y la verdadera reactivación económica.

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lunes 31 de agosto, 2020

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