Ideas para el balance personal de fin de año y las proyecciones del próximo

Jaime Leal Afanador - Rector UNAD

Y llegaron Navidad y Año Nuevo. Mientras que, para la mayoría, son momentos de descanso, celebración, fiestas y regalos, hay personas para quienes, por ingratos recuerdos, esta época es triste.

Pero para todos, más allá de las reuniones y los rituales, la condición laboral, económica, sentimental, familiar o de salud, esta época constituye un momento para reencontramos consigo mismos y reflexionar sobre lo vivido, lo que dejamos de hacer y lo que, creemos, nos depara el futuro o deseamos construir.

Buscar un espacio cómodo para concentrarnos, alejados de toda distracción, es un buen primer paso para hacer un recuento mental (o escrito si se quiere) de cómo nos fue, qué situaciones vivimos y qué logros y fracasos nos marcaron.

Lo importante es mirar, siempre, hacia adelante y no quedarnos en el pasado, en un recuerdo o en una tragedia. No debemos permitirnos que los errores cometidos condicionen negativamente el futuro.

Por ello, para que nuestra evaluación y planeación sean eficientes, me permito sugerirle que, al momento de analizar su vida y proyectarla, tenga en cuenta estos cuatro respetuosos consejos:

Primero, su pasado y presente son solo suyos, y la responsabilidad sobre su futuro está en sus propias decisiones.

La familia y los amigos son compañeros esenciales, pero finalmente cada uno carga su propio costal de orgullos, tareas y sueños, y no está bien descargar en ellos la corresponsabilidad sobre sus decisiones.

Los demás podrán contribuir, pero la satisfacción o el remordimiento frente a lo avanzado, o no, es algo individual.

Eso sí, busque estar cerca de personas que ame y admire, que sean buen ejemplo y aporten algo a su proyecto personal. Y no deje las cosas a la suerte, pues esta es esquiva y caprichosa.

Segundo, sea realista. No planee un futuro como millonario esperando ganarse la lotería; ascendiendo en el trabajo, sin el esfuerzo y la formación debida; o ganándose el corazón de un ser deseado, si no modifica las conductas que esa persona le ha pedido, por citar algunos casos en los que hay que reconocer que solo con la disciplina propia, la constancia, el esfuerzo y la noción real de lo que se tiene y se carece (inteligencia, salud, dinero, conocimiento, rol social, talentos…) es posible avanzar en el proyecto personal de vida, con posibilidades reales de mejora. Pero no se mienta. Fíjese propósitos realizables.

Tercero, sea paciente. Para correr hay que caminar; para triunfar en los negocios hay que comenzar haciendo lo básico; para ser reconocido hay que mostrar resultados y ganar visibilidad; y para acumular dinero hay que trabajar y ahorrar.

No se baja de peso con una ida al gimnasio, a la cima no se llega de un solo impulso, y quienes son impacientes solamente acumulan frustraciones.

La fórmula del éxito de muchos radica en la constancia en el propósito, o en saber que la semilla no se transforma en planta de un día a otro, pero si se cuida y riega con agua permanentemente, con el tiempo crecerá fuerte.

Y, cuarto, independientemente de aquello por lo que usted apueste como esencial para su existencia (tener más… salud, amor, dinero, reconocimiento, servicio, trabajo, religiosidad, honor…), siempre tenga en cuenta que solo una vida equilibrada le dará la firmeza necesaria para crecer, avanzar, envejecer, disfrutar… con orgullo y satisfacción.

Esa estabilidad se alcanza con el cuidado de la salud propia (con ejercicio, alimentación, descanso, preparación y reflexión); del trabajo y el estudio como fuentes de crecimiento personal y profesional; de la espiritualidad (religiosa o no, pero siempre reflexiva); de las finanzas, como forma de asegurar una vida digna; de las amistades y el amor, para dar y recibir, compartir y servir, y aprender y enseñar; y de la familia, como el espacio íntimo donde, libremente, podemos reflejar lo más propio de nuestra naturaleza, miedos y aspiraciones, sueños y limitaciones, amores y tristezas.

Somos imperfectos, y la búsqueda de un mejor mañana hace parte de nuestra esencia. Si la vida nos permite llegar a una próxima Navidad y Año Nuevo, estaremos, nuevamente, celebrando y añorando o lamentando algo.

Ojalá que en el balance personal de vida de los años 2026 y siguientes el saldo de nuestra existencia sea mucho mayor que el actual.

Feliz Navidad y Año Nuevo a quienes generosamente me leen.

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viernes 26 de diciembre, 2025

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