Incomodarnos… para vivir mejor
Estoy seguro de que Usted coincide conmigo: la vida no es un camino de rosas, y hasta los más exitosos han debido superar situaciones adversas y a veces dolorosas.
Y como la vida se construye a punta de decisiones, relaciones personales y actuaciones de un destino a veces incomprensible, quienes logren acumular muchas más conductas positivas que negativas podrán crecer y envejecer de forma plena y tranquila.
Las tragedias e inconvenientes se acompañan de dolor y sufrimiento, y sólo quienes saben asumirlos maduran sabiamente y no se dejan amilanar por dificultades.
Los años, las arrugas, las canas o los kilómetros recorridos, como quiera llamársele a la experiencia, enseñan que hay momentos en los que, para evitar dolores y molestias posteriores, es necesario incomodarse para seguir adelante.
A partir de la experiencia propia, el estudio y el diálogo con personas mayores y sabias, he hallado que quienes “saben incomodarse”, asumir retos y superar las dificultades, construyen un mejor futuro, y para ello han aprendido a:
1) Decir la verdad, por cruel y dolorosa que sea. Con tacto y prudencia, respetando a los demás y poniéndose en su posición.
2) Dar una negativa. Decir no, incluso al ser más querido, por el bien de todos. No como evasión, sino como la más comprometida y seria actuación frente a una situación que, de lo contrario, podría derivar en peores consecuencias.
3) Actuar desinteresadamente y dar más de lo que los demás esperan. Porque, como nosotros, también son personas y porque en algún momento nosotros también requeriremos una mano amiga. Ayudar a otro en tareas poco gratas, suavizar sus cargas laborales con nuestra experiencia, pasar la noche con un niño enfermo, practicar la caridad frente al intenso dolor, acompañar en una pena y hasta suspender o paralizar algún compromiso para apoyar a otro.
4) Construir una disciplina. Lo que para muchos puede ser algo aburrido, perezoso, doloroso y muy incómodo, es el primer paso para la perseverancia, el éxito, estar en forma, crecer y mejorar. Me refiero a acciones como madrugar a hacer ejercicio, orar ciertos días, visitar periódicamente a alguien necesitado o crear un hábito de lectura permanente, entre otras conductas positivas.
5) Cumplir las promesas, por difíciles, costosas que sean, e incluso si eso nos causa arrepentimiento. Eso nos enseña a ser prudentes en nuestra proyección de la vida y en las relaciones con otros y, sobre todo, a ser íntegros y coherentes entre nuestro pensamiento y nuestra acción.
6) Pedir perdón. Para las personas soberbias y orgullosas, esto es muy difícil y erróneamente creen que hacerlo les demerita y degrada, cuando es lo contrario. Eso sí, el único perdón que vale es el sincero, sin repetir fallos y con la preocupación por mantener vínculos de calidad con las demás personas.
7) Obedecer. Acatar la normas es el principio de la convivencia, incluso así se discrepe de las mismas, y porque es la mejor manera de llegar más lejos en el camino colectivo y el efectivo trabajo en equipo.
8) Enfrentar los problemas inmediatamente, sin dilatarlos. Quienes procrastinan pierden tiempo, se vuelven molestos, evaden sus responsabilidades y pierden su confiabilidad frente a los demás. Al mal paso hay que darle prisa.
9) Reconocer los fallos propios, incluso si hay que hacerlo ante otros. Así podrá racionalizar causas y consecuencias y podrá implementar las acciones de mejora. Quien se sostiene en sus fallos pasa por obtuso, soberbio y hasta ignorante. Quien admite sus errores, y los enmienda, se constituye en un ejemplo de vida. Y por último,
10) Pagar todas las obligaciones. Los impuestos, las deudas personales, la administración del edificio, las mensualidades de toda clase de gastos conscientemente asumidos y hasta las multas, penalidades e infracciones de tránsito. Es una expresión de respeto a los demás, de convivencia y de cultura ciudadana.
Evalúese. Si cumple menos de la mitad, seguramente debe tener dificultades con las personas de su entorno.
Si cumple la mayoría puede pensar que es una buena persona, pero debe tener algún pensamiento que le inquiete su conciencia. ¿Cumplirlos todos? No es fácil, pero tampoco imposible.
La vida es un desafío y este es el camino para llevarla de la mejor manera.