Indignación selectiva en el paro nacional
Estamos viviendo con el paro nacional una crisis sin precedentes, en un mes los estragos económicos y sociales, pueden ser superiores a un año y tres meses de pandemia.
Es muy difícil que no reaccionemos ante todo lo que está pasando en nuestro país de una u otra manera, un hecho de esta magnitud nos puede generar sentimientos de rabia, de desesperación, de tristeza, de alegría, de orgullo, etc., estos sentimientos están determinados por nuestra perspectiva, pues como sociedad siempre solemos elegir un lado.
No voy a intentar analizar las razones de un lado o del otro, cada uno elige un lado de acuerdo a sus vivencias, intereses, creencias y entorno, algunos lo hacen por convicción, otros por solidaridad con los jóvenes o con los empresarios y trabajadores, y otros porque se siente directamente afectados, ya sea por la falta de oportunidades o por los impactos directos que viven con el paro.
Sin embargo, quiero enfocarme en la posición que han tomado muchas personas en medio de este estallido social, frente a los hechos repudiables que se han presentado en estos más de 30 días.
Lastimosamente elegir un lado suele estar acompañado de un problema de generalización, se acostumbra a encasillar al contrario como un todo, sin lugar a matices, sino estás conmigo eres mi enemigo, sino no apoyas el paro eres ignorante, acomodado, indolente o te falta empatía, si lo apoyas eres ignorante, resentido o guerrillero, son palabras que se suelen utilizar en medio de esta polarización.
Lo cierto es que todos somos ignorantes por decisión, porque nos cerramos a información o ideas diferentes que no vayan con las que ya tenemos preconcebidas y solo aceptamos como cierto lo que va en nuestra línea de pensamiento.
Esta problemática se acrecienta por las redes sociales, debido a que nos llega mucha información a la que reaccionamos de forma rápida, sin esperar a tener información completa o entender el contexto.
Estamos llegando un límite en que nuestros sentimientos se han vuelto condicionados a nuestras ideas y juzgamos a los demás e incluso queremos coaptarlos, como si solo los sentimientos que tenemos fueran válidos.
Esto hace que se presente algo que yo denomino “indignación selectiva”, que es cuando solo nos duele lo que pasa de nuestro lado, lo que creemos es lo que es justo, pero a su vez criticamos, condenamos y exageremos solo lo que vemos del otro lado, y callamos, minimizamos o justificamos lo malo que pasa de nuestro lado.
Llegamos a un punto en que de la misma manera en que condenamos al que piensa diferente, condenamos al que no manifiesta ninguna posición, si alguien no se indigna o no rechaza lo que nosotros creemos, es objeto de este sentimiento, lo condenamos por indolente o con la frase de moda “falta de empatía”.
Es típico que se exija a deportistas, artistas y otros personajes de la vida nacional que tengan que pronunciarse, y ojalá en línea con lo que pensamos, y por el contrario, no exigimos a los gobernantes y congresistas que si están obligados, más que a tener una posición, a tener soluciones y sobre todo incidir en decisiones que contribuyan a mejorar la situación, pero lo gran mayoría está pasando de agache o si acaso haciendo barra de un lado o por el otro en las redes sociales, agitando aún más el ambiente.
Hay indignación selectiva con la actuación de la fuerza pública. Cuando se hace uso de la autoridad, como es deber de las Fuerzas Públicas si se agotan los canales de dialogo, y sobre todo cuando se presentan hechos que afectan los derechos de los demás o el patrimonio púbico o privado, surgen comentarios fuera de contexto condenando el actuar legítimo de la fuerza, sin revisar los detalles o motivos de las actuaciones.
Pero cuando se evidencian abusos de las autoridades salen otros a defender lo indefendible, diciendo que se lo buscaron o que todo fue organizado por los mismos manifestantes, u otro tipo de comentarios que reflejan indolencia.
Hay indignación selectiva con la actuación de los manifestantes. Cuando muchos de ellos se expresan de manera pacífica, y muchas personas que no están de acuerdo con el paro, rechazan estos hechos desconociendo el derecho que tiene las personas a protestar, que, si bien puede ser incómodo y muchos no compartamos las razones, es un derecho.
Pero cuando se hacen evidentes los hechos de vandalismos, saqueos, amenazas y peajes ilegales, salen otros a defender lo indefendible también, a decir que fueron infiltrados, que las quemas de establecimientos las realiza la misma autoridad, reflejando que sus emociones están guiadas por su apoyo a la protesta.
Tanto los unos como los otros están juzgando los hechos a través de sus preconceptos y tratan de defender lo que pasa del lado al cual hace parte minimizándolo y exagerando los errores del lado contrario.
Por ejemplo, les duele a unos los muertos y heridos de los manifestantes, pero justifican los de oficiales, a otros les duele las muertes o heridos de los oficiales, pero desestiman las de los manifestantes.
Cuando lo correcto debería ser que nos duelan todas las muertes, pues todas las vidas valen lo mismo, deberíamos rechazar y condenar cualquier tipo de violencia, venga de donde venga e independiente del lado en que estemos.
No porque gran parte de la población no cuente con empleo, justifica que se pierda el empleo de cientos de miles que cuenta con la fortuna de tenerlo; tenemos que trabajar unidos para generar mayor oportunidades para todos.
Tenemos que entender que no porque exista la corrupción y ya se pierdan muchas recursos, justifica que se pierdan billones de pesos por los impactos económicos que se están generando, que al final recaen en los más vulnerables; tenemos que exigir que se utilicen bien los recursos públicos y que estos complementen a los recursos privados.
Tenemos que entender que aunque hay muchas zonas del país donde la gente vive sin unas condiciones mínimas de vida, no justifica que los demás tengan que ver afectada su calidad de vida; tenemos que trabajar para que esas zonas salgan de la pobreza, disminuya la inequidad y desbloquemos todas las barreras que existen para que las personas tengan acceso a los beneficios que trae el desarrollo.
Algunos intentan desvirtuar los daños diciendo que son cosas materiales, pero los invito a decirle al microempresario que ha perdido su capital, que ha cerrado su negocio y que ha tenido que despedir sus empleados y que no tiene como mantener su familia, que no se preocupe, que todo lo material se recupera.
Será que este es el costo que tenemos que pagar como país para exigir lo que no hacen nuestros gobernantes, será que porque el país esté mal en algunos aspectos, tenemos que destruir lo poco bueno que tenemos.
Nada justifica la violencia, nada justifica la muerte de manifestantes, nada justicia la muerte de policías, nada justifica los bloqueos que afectan los derechos a la vida, la salud y seguridad alimentaria de los demás.
Soy un convencido que hay mejores maneras de defender nuestros derechos sin afectar los derechos de los demás, porque si lo hacemos se desvirtúa lo que pretendemos.
No podemos destruir para construir y convertir nuestros sueños en las pesadillas de otros, haciendo un uso inadecuado de nuestra indignación selectiva, los invito a utilizarla en el mayor poder que tenemos como ciudadanos, nuestro voto.