Juego limpio de la Selección

Luis Ángel Muñoz Zúñiga

Las hazañas de los mundialistas que representan a Colombia, mal denominados once guerreros, acertado es considerarlos pacifistas del balón, también hacen parte de la memoria histórica y merecen registro, no simplemente en diarios y revistas deportivas, quedarían olvidados en reciclajes o expuestas a inclemencias del tiempo en hemerotecas donde hay que acceder con tapabocas y guantes.

El legado de las glorias del fútbol colombiano, merece libros de oro. “Juego limpio”, 1998 Ediciones Nuevo Mundo, por ejemplo, en mi biblioteca es el único libro que llama la atención a curiosos comunes que escudriñan mi refugio tras acompañar una visita casual.

La antología de 27 ensayos, convocada por Marisol Cano Busquets, es fuente de apologías a los mundialistas, únicos capaces de unir a los colombianos.

Entre otras bellas notas, al azar selecciono: La Selección como inspiradora de un proyecto de paz. Manuel Bonnet; Selección Colombia símbolo de identidad nacional.

Rafael Gutiérrez; Celebración de la diversidad. Ramiro Osorio; Se busca una patria grande. Jorge Velosa; Juego limpio. Carlos Gaviria; Intentarlo a nuestro modo. Francisco Maturana.

Antes de los partidos, entretenía a amigos comunes, no de los selectos de cofradía intelectual, con algunos fragmentos de “EL FÚTBOL A SOL Y SOMBRA”, de Eduardo Galeano.

Inmediatamente cambiaban sus ceños fruncidos y, en vez de las vociferadas de algunos comentaristas que “saben más que el director técnico”, preferían escuchar las memorables jugadas inmortalizadas por el escritor uruguayo: “Y un buen día la diosa del viento besa el pie del hombre, el maltratado, el despreciado pie, y de ese beso nace el ídolo del fútbol. Nace en cuna de paja abrazado a una pelota”.

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martes 16 de julio, 2024

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