La democracia simulada

Hugo E. Gamboa Cabrera

A veces vale la pena rememorar narrativas pasadas que nos llevan a pensar que, a pesar del tiempo, Colombia, salvo determinadas circunstancias, sigue siendo igual a tiempos anteriores.

Hoy recuerdo al profesor Rafael Gutiérrez Girardot, quien se fue del país buscando nuevos horizontes, logrando desde 1970, ser profesor titular de Hispanística en una universidad de Alemania.

Este señor representaba una ciudad universitaria por excelencia.

Decía cosas, planteaba tesis, defendía posiciones, atacaba mediocridades, derrumbaba falsos ídolos. Cierta vez, refiriéndose a los moldes parroquiales que nos agobian en el terreno ideológico, decía que “la situación general del país en el terreno político es, como siempre se dice, destructiva.

Considero que ello se debe al crecimiento y fortalecimiento del egoísmo cada vez más brutal y desconsiderado, el cual ha sido cultivado desde hace muchos años, especialmente dentro de la vida cultural a partir de la época en que se consideró la libertad de enseñanza como la libertad de todos para fundar universidades y colegios.”

Cuando se le preguntó igualmente a que se refería cuando conceptuaba sobre una realidad falsa y mentirosa en Colombia, decía “que vivíamos en una realidad de simulaciones.

Socialmente ha sido desde el principio una simulación el creer que vivimos en una democracia, del mismo modo que ha sido una simulación el creer que hemos tenido una aristocracia. No hay ni la una ni la otra, pero cultivamos esa idea como algo nuestro y permanente.

Vivimos en una simulación de la vida social que influye y acuña el comportamiento de los intelectuales. Generalmente estos últimos están habituados a la simulación por un doble motivo: por el ambiente general y por la falta de formación que se les da en la universidad.”

Y, en forma contundente, decía el profesor Gutiérrez que lo “anterior es una simulación que cultivan los políticos, quienes viven de la simulación cultural.

Los políticos parten de una imagen del siglo XIX, cuando se creía que el político era un intelectual. Entre nosotros cualquier politicastro se cree un intelectual, esos que viven en una permanente simulación narcisista frente a sí mismos”. Creo, a pie juntillas, que este profesor tenía mucha razón.

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viernes 5 de julio, 2024

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