La impopularidad de Eder
Alejandro Eder inició su mandato con una ola de respaldo. La COP y la Feria de Cali nos dieron un aire de optimismo que se trasladó a la aprobación del alcalde. Sin embargo, apenas iniciado el 2025, su aprobación cayó 8 puntos. No es extraño en un país donde gobernar es, casi siempre, un ejercicio de desgaste. Sin fiestas, la atención se centra en otras cosas tanto para la administración como para el ciudadano.
Más allá de debates técnicos y legales sobre impuestos o contratos, las medidas que afectan a la mayoría son las que definen la popularidad de un alcalde. En este período, el control del espacio público y sobre todo de las motos son el motivo del distanciamiento. Esas decisiones tocan a miles de caleños. A muchos, les impacta su economía diaria.
El lema del alcalde es “amor y control”. Pero cuando a alguien le inmovilizan su moto porque no tiene los papeles en regla, es difícil sentir amor. Más aún si no los tiene porque no puede pagarlos y la moto es su medio de sustento. La realidad de Cali, más allá del desorden, es esa: informalidad, precariedad y necesidad.
Las medidas de Eder mejoran el orden y la movilidad. Sin embargo, no podemos perder de vista que también generan crisis personales y familiares. Detrás de muchos motociclistas sancionados, hay una historia de lucha diaria. Un repartidor que pierde su herramienta de trabajo es un hogar que se queda sin sustento. Sin duda, todos queremos una Cali organizada, limpia y segura. El alcalde está gastando su capital político buscándolo con medidas de control. Sin embargo, según los resultados de las encuestas, no está logrando un equilibrio entre amor y control que anhela y que es la vía que la ciudad necesita para resolver los problemas. Lo peor que nos puede pasar es el divorcio entre la administración y la ciudadanía. Una oportunidad que muchos capitalizarian en año electoral.