La mansión rosada

Rodrigo F. Chois

¡Sorpresa! Conducía por la Avenida Cuarta Norte cuando veo que donde cruza la Calle 20, la inmensa casa de tres pisos estilo victoriano que distinguía aquel rincón de la ciudad, desapareció. Era “La Mansión Rosada”, una edificación con una particular historia.

Corrían los noventa cuando el maestro Hernán Darío Correa me pidió una noche que lo acompañara al sur de Cali. Mi sorpresa fue mayúscula cuando, al ingresar a una casa, descubro un centro de lenocinio atiborrado de hombres y mujeres hermosísimas.

“Te presento al dueño”, me indicó Hernán. Era Luis Oliveira, un portugués con quien entablaría amistad, dado su gusto estético por el arte y quien me confesaría, al tenor del whisky, que Cali y Río de Janeiro eran las dos ciudades donde se encontraban las mujeres más bellas del mundo.

Recuerdo que me entregó su tarjeta de presentación y sonreí al leer en ella “Flores Frescas & Exóticas”. Así comenzó el exitoso “emprendimiento” del portugués que le permitiría hacerse a una colección de arte sinigual y por el que desfilaron altas esferas empresariales, políticas, artísticas y non sanctas de la ciudad.

Según Luis, por problemas de cartera con un cura y la represalia de este al enemistarle con la comunidad, tuvo que trasladar su “floristería” al norte.

Y aunque pintó de rosado el caserón con la pretensión de rebautizar su emprendimiento, ya había construido una marca difícil de borrar.

Luis se retiraría de su floristería y, como suele suceder, esta entró en picada. Muchas son las historias de Cali hechas polvo con la Mansión Rosada… ¿Por qué no un libro con capítulos nombrados con cada flor? Puede ser.

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miércoles 10 de julio, 2024

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