La oprobiosa Clinton
La sanción en la Clinton que el emperador de Washington le ha impuesto al presidente Petro, a su hijo, a la señora Alcocer, y al ministro Benedetti es una de esas medidas imperiales que tratan de hacer la vida imposible a quien la recibe y por ende está cargada de oprobio e injusticia.
Con esa sanción no se acusa, se condena, y como se invierte la carga de la prueba, los afectados deben demostrarle a la OFAC que el patrimonio que poseen en Colombia, los Estados Unidos y cualquier otro lugar del mundo fue recibido legalmente.
Obviamente es una medida para mutilar financieramente a los narcotraficantes, pero que sin miramiento y sin derecho a defensa amenaza sancionar a todos los que tengan o hayan tenido alguna relación comercial con otra empresa o persona traqueta.
En Tuluá, donde tuvimos que librar una campaña feroz para conseguir que sacaran de esa lista a la mejor dotada Clínica de la ciudad y también al equipo de fútbol, sabemos lo oprobiosa que resulta ser a la larga la sanción.
Les congelan los activos y depósitos en los Estados Unidos y en los bancos gringos en el resto del mundo.
Les cancelan las cuentas bancarias en Colombia y como los tentáculos de USA están en todas partes, se ven impedidos de sacar un seguro, tener tarjeta de crédito o débito o comprar un pasaje aéreo.
En el caso de la clínica, los pacientes debían pagar en billetes, no podían consignarles ni pagarles con tarjeta.
En el caso del presidente y su ministro, el sueldo no se lo podrán consignar y cual diablillos tocará habilitar la caja de la Casa de Nariño para que les puede pagar en rama la mesada.
Y si van a pagar un abogado deben pedir permiso a la OFAC demostrando que los honorarios se los pagan parientes o amigos limpios desde sus cuentas bancarias.
Y si reserva un vuelo en cualquier empresa aérea con sistema Amadeus o Sabre, como cruzan las listas con la Ofac, les vetan el pasaje.
No es pues una sanción solamente hipócrita, es una sanción oprobiosa.