La petroeconomía

Rosa María Agudelo

La reforma tributaria aprobada me hace pensar en las bases económicas que está estructurando el nuevo gobierno. La inversión social se convirtió en el pretexto para impulsar una reforma que puede profundizar la pobreza.

El primer aspecto preocupante es el tratamiento a la industria petrolera.

El aumento de la tasa de tributación y la inclusión de las regalías como parte de la base aumenta al 67% el porcentaje de impuestos, lo que, sin duda, desalentará la inversión en un sector que representa el 50% de los ingresos del gobierno. Lo anterior se agrava con los anuncios del gobierno de frenar contratos de explotación.

¿Está Colombia matando la gallina de los huevos de oro? ¿Cómo vamos a sustituir esos ingresos? En cinco años, sin ellos, ¿con qué recursos seguiremos financiando el gasto público y la inversión social? Pero ese no es el único aspecto que preocupa en la reforma, en general el sector empresarial se ve afectado, pero también el ciudadano del común, con los gravámenes a los alimentos, que sí llegarán al bolsillo de todos.

Los datos de las federaciones de tenderos dan cuenta de ello. ¿Nos puede pasar lo de la rana y el agua caliente? Si a una rana la meten en agua hirviendo salta y no se quema, pero si la meten en agua fría y la van calentando, se deja morir. El impacto de estas medidas no las veremos en corto plazo.

¿Estamos pasando de un modelo en el que generar riqueza deja de ser prioritario a un modelo asistencialista? ¿Empobrecemos a los ciudadanos subiendo el valor de los alimentos, pero les ofrecemos “ingresos solidarios”? ¿Eso a dónde nos llevará?.