La pradera, el canal, el conejo y el oso

Rodrigo F. Chois

Una fábula para reflexionar.

Eso sí, advierto que esta historia refleja la realidad tal como es, y no como debería ser según nuestros juicios éticos.

También aclaro que su autoría no pertenece a Esopo ni a La Fontaine, y que cualquier similitud con circunstancias o noticias actuales es pura coincidencia.
Había una vez una hermosa y verde pradera atravesada por un canal.

Su dueño era un distinguido, altivo y blanco señor conejo.

Una tarde, mientras el señor conejo departía con dos vecinos, apareció de entre los árboles del bosque un inmenso oso grizzly.

Los conejos observaron atónitos cómo el oso irrumpió en la pradera y, justo al lado del canal, comenzó a hacer sus necesidades sin recato alguno.

Indignado, el señor conejo encaró al atrevido oso:

—Oye, cada metro cuadrado de esta pradera y este canal son míos.

Debes respetarlos.

Uno de los conejos vecinos, buscando mostrar lealtad, añadió con vehemencia:

—Sí, señor. Estamos con usted hasta las últimas consecuencias.

El oso, impasible, resopló, esbozó una sonrisa y, con su larga y temible garra, le indicó al señor conejo que se acercara.

Tímidamente, el conejo obedeció.

—¿Vos soltás pelos? —preguntó el oso.

El señor conejo, desconcertado, volteó a mirar a sus amigos, quienes solo respondieron encogiéndose de hombros.

—No, no suelto pelos. ¿Pero qué tiene que v…?
No había terminado de responder cuando sintió cómo el oso lo apresaba con su inmensa garra.

Acto seguido, el oso comenzó a limpiarse el trasero con él, mientras los demás conejos huían despavoridos.

Moraleja: Si encaras a alguien poderoso, asegúrate de no estar lo suficientemente cerca como para que te use de papel higiénico.

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jueves 26 de diciembre, 2024

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