La salsa en medio del gran poder musical financiero
El fin de semana pasada, Bogotá vivió la locura frenética de la Karol G, también llamada en un apelativo extraño, La Bichota, donde se hacen dos conciertos, la cantante hace negocio con su show, pero también con la venta de comidas, marcas, camisetas, et, a todo eso le llaman “una vivencia”. Los medios, desde tv, radio, prensa, redes, se entregan a promocionar el evento de una manera múltiple. Karol G hoy en día ha desplazado a Balvin y, también, a Maluma. Ya veremos como será la gira de Shakira después de ocho años de no estar en los grandes escenarios y capitales del mundo.
En medio de ese show de impacto, Willy García, excantante de Niche, quien desde hace años tiene su propia orquesta, apoyado por Irma Restrepo, que guarda en su memoria todo el proceso de aprendizaje de Jairo Varela, el visionario de la salsa. García decidió hacer en Movistar Arena la celebración musical de sus 30 años. Claro, el cupo es de 9 mil personas, pero lo llenó, y, cumplió con un show de calidad artística. Esto, cuando supe que las fechas eran paralelas, me pareció una osadía, un riesgo.
Todos sabemos que la salsa lucha desde la marginalidad. Las únicas orquestas que hacen giras semana a semana, con más de ochenta fechas son Grupo Niche y Gilberto Santa Rosa, ni siquiera Gran Combo, ni tampoco Alexander Abreu, quien no puede explotar el mercado de Estados Unidos, porque no lo conocen o lo tienen vetado.
Ahora, desde la pandemia, el sistema musical financiero cambió más. Se hizo más exclusivo, más global, no se puede repetir los tiempos de las disqueras, ni los favores o convenios con emisoras locales, eso no sirve. El apoyo de los canales nacionales es mínimo. El que no conozca esas reglas lo dejan de lado. Yanila Varela, como su padre lo quiso, es una de las más expertas, además no le gusta llamar la atención, le gusta el bajo perfil, y es una convencida de la eficacia, de ser eficiente.
Finalmente, la salsa en su producción tiene problemas, porque los músicos no han entendido esto. Hacen temas para oírse entre ellos, para colocar en las redes, para que una emisora de Medellín los ayude, o cualquier otra de Cali. Son invisibles. Se conocen entre ellos y se dicen Maestros.
Todo cambio, el que no entendió eso, está por fuera. Para sobrevivir, para estar, así como está Niche, haciendo giras y ganando Grammys.