Las granjas para cría de esclavizados

Célimo Sinisterra

En las entrañas de la historia estadounidense y en gran parte de la América colonial yace un capítulo oscuro y desgarrador que en su momento fue un secreto a voces.

La reproducción forzada de esclavizados, esta práctica conocida como las granjas de reproductores, representa un sombrío testimonio de la brutalidad de la esclavitud.

Es preciso decir que la esclavitud en los Estados Unidos se remonta a los primeros días de la colonización, pero fue con la expansión de los cultivos de tabaco y algodón cuando esta institución alcanzó la máxima brutalidad.

La economía en las Américas dependía en gran manera de la mano de obra de los negros esclavizados, mientras que la demanda insaciable llevaba cada día a prácticas más crueles.

No obstante, en 1807 Gran Bretaña, mediante un acto de humanidad, prohibió la trata de negros y la captura de hombres en África y su traslado a América para ser vendidos.

Es en este contexto que surgen las granjas de reproductores para suplir la demanda y la oferta. Por la ley británica, esto es considerado como una manifestación extrema inherente a la esclavitud.

Las granjas de reproductores eran unos espacios donde se seleccionaban meticulosamente esclavizados específicos destinados a la reproducción, debido al elevado precio de los pocos negros que llegaban de África.

La reproducción en las granjas de esclavizados procuró solventar esa necesidad a ultranza de la moral y el prestigio de los negros esclavizados.

La intención era clara: aumentar la población esclavizada para, de esta forma, obtener mejores ganancias.

Los esclavizados en estas granjas eran tratados como meros instrumentos de reproducción. Hubo muchos casos en que la negra era obligada a destetar a su hijo para acortar el tiempo de fertilidad y volver a quedar preñada.

Las mujeres eran meticulosamente seleccionadas para concebir, mientras que los hombres eran escogidos por su fuerza, virilidad y resistencia física.

También los medían con jemes de pecho. Esta deshumanización llevaba a condiciones inhumanas, donde el sentimiento y la dignidad eran ignorados por completo.

El impacto psicológico por la reproducción forzada era desgarrador. Las familias eran separadas, ya que los hijos, tan pronto nacían, pasaban a ser propiedad de los amos.

La violencia sexual y la constante amenaza de separación creaban traumas profundos que perduraban a lo largo de generaciones, lo que afectaba la identidad y el sentido de humanidad de los negros.

Aunque en los Estados Unidos se logró abolir la esclavitud con la Guerra de Secesión, el legado de las granjas de reproductores perdura.

Las secuelas de esta cruel práctica se reflejan en las persistentes desigualdades raciales y en la lucha continua en la sociedad estadounidense.

Comprender este oscuro episodio es esencial para abordar las raíces profundas de la injusticia y el avasallamiento. La exploración de las granjas de reproducción nos confronta con la realidad extrema de la esclavitud.

Recordar y reflexionar sobre estos eventos oscuros es esencial para comprender la complejidad de la historia, reconociendo la profundidad de la degradación humana infringida por estas prácticas inhumanas.

Aunque la Guerra de Secesión acabó con la esclavitud en los Estados Unidos, muchos esclavistas no lograron resignarse a perder a sus esclavizados, y muchos negros fueron intimidados y obligados a seguir sirviéndoles a sus amos, violando la ley de abolición.

También se puede decir que, producto del adoctrinamiento esclavista, algunos negros prefirieron seguir esclavizados, algo así como Stephen Candie, el esclavizado doméstico en la película Django.

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viernes 13 de junio, 2025

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