Las reformas, la democracia y el progreso

Rosa María Agudelo

En buena hora se cayó la reforma a la educación por dudas técnicas de quienes saben del tema. Es una situación que recuerda lo sucedido con la reforma a la salud, en la que se plantearon serias preocupaciones sobre los avances reales o retrocesos en la calidad y cobertura del servicio, así como sobre la financiación y el impacto fiscal.

Es fundamental que el gobierno escuche siempre a los técnicos y no solo cuando son sus afines ideológicos. Todas las reformas requieren análisis y debate exhaustivo.

Las marchas y el paro de Fecode fueron escuchados, pero no así las manifestaciones de los ciudadanos y la opinión de gremios y privados, cuyas preocupaciones sobre la reforma pensional y la laboral son igual de válidas.

Si el gobierno estuvo equivocado en la de la educación y el cambio propuesto no era el que convenía al sector, ¿por qué asumir que en las demás reformas tiene razón y quienes han trabajado en estos temas están equivocados? Cuando una reforma es criticada por un sindicato que financió la campaña, no se les considera “los malos del paseo”.

Pero cuando otros sectores critican, se les ve como opuestos al cambio.Este no es un llamado al gobierno, cuyo proceder ya conocemos, sino una reflexión para nosotros mismos.

Debemos pensar en nuestra actitud frente a los demás y en el pensamiento crítico que debemos fomentar. Es crucial que no permitamos que la política se convierta en un juego de lealtades ideológicas sin sustancia técnica.

Las reformas estructurales deben basarse en estudios serios y en el consenso amplio de todos los sectores implicados.

La democracia y el progreso de nuestro país dependen de la capacidad de todos para dialogar, escuchar y considerar diversas perspectivas. Solo así podremos construir un futuro mejor y más justo para todos los colombianos.

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lunes 24 de junio, 2024

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