Lo importante en la vida

Jaime Alberto Leal Afanador

Dedicamos gran parte de nuestra existencia a buscar aquello que, creemos, es lo más importante de la vida, y sé que si a cada quien se le preguntara las respuestas serían muy diferentes.

Las vivencias personales y los años que se van acumulando en experiencias, restricciones, posibilidades, intercambios con otros en diversos países, oportunidades y sueños entregan respuestas que van desde tener salud, trabajo, placeres, o tener mucho dinero y bienes materiales.

Otras respuestas se inclinarían por poder alcanzar estados de ánimo o de condición espiritual positivos, tales como la felicidad en los hijos y familiares, la paz o la realización personal y colectiva. Incluso, hay quienes, habiendo alcanzado posiciones de poder, culminan con ello el sueño de sus vidas .

Entonces, ¿cuál de todos estos es el más importante? Sería atrevido categorizar estas, u otras opciones, pues la respuesta obedece a la percepción de cada uno de lo que, en su parecer, más le ofrece valor y por lo cual vale la pena dedicar más tiempo y esfuerzo.

Para personas que, como yo, hemos consagrado la vida a la educación, es claro que vemos la realización personal en el servir a otros desde el ejercicio de nuestra misión formativa con la solidaridad, el rigor, la disciplina y la constancia como caminos para que, por ejemplo, la ciencia y la investigación, se conviertan en factores de bienestar colectivo y alternativas de mejorar las condiciones de existencia y calidad de las relaciones entre todos los que hacemos parte de nuestra sociedad.

Esa, insisto, es la forma de orientar mi vida, y soy consciente que es más trascendente y puede tener más significado e impacto la dedicación de una madre a cuidar sus hijos o la persistencia de un voluntario para trabajar y servir a comunidades marginadas.

Cada acto que ejecutamos para responder o dirigirnos hacia lo que consideramos más importante refleja la prioridad o no a los valores en los que más creemos: Si, por ejemplo, para alguien lo más importante es el poder y el dinero, es muy posible que concentre su trabajo para lograrlos.

En cambio, para quienes lo más esencial es la búsqueda de su ser superior, posiblemente tienen mínima importancia el placer, el poder y el dinero y, en cambio, prioricen -en su reflexión y actuar- el servicio y la autodisciplina.

Incluso, dentro del desarrollo de la existencia entre estas dos posturas, para muchos se logra el sano equilibrio de vivenciar lo mejor de ellas y su vida es plena en bienestar material y espiritual.

Esto nos permite entender las diversas formas de realización personal, de convivencia y de organización y control social, y por qué, también, hay familias y personas en permanente conflicto y entre tanto hay familias que disfrutan a pleno la hermandad y la amistad.

Eso sí, estoy plenamente seguro de que por más antagónicas y diferentes que sean las percepciones de ustedes con las mías en torno de qué es lo más importante en la vida, sí podremos coincidir en una respuesta: Lo más importante en la vida debe ser, en primer lugar, la vida misma.

Sea cual sea nuestra aspiración, nada justifica, bajo ninguna circunstancia, atentar contra la vida propia o la ajena.

Y eso, en regiones tan distintas y en un país con tanta polarización política y social como el nuestro, debe ser una barrera para todos.

Ninguna diferencia, rencor o deseo personal debe sacrificar la propia o la ajena existencia. Estamos con vida y es una responsabilidad personal, moral, social y legal, conservarla hasta que los destinos no controlados por la existencia humana definan lo contrario.

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domingo 8 de septiembre, 2024

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