Los balances del 2024
El 2024 cierra con un panorama dispar.
Para Colombia, el año no fue bueno.
La violencia escaló en las regiones y el proceso de paz total profundizó confusiones en lugar de soluciones.
La economía quedó estancada, debilitando sectores clave como la salud, la vivienda y la educación.
Los escándalos de corrupción y la narrativa presidencial polarizadora marcaron el pulso del país.
Sin embargo, en el Valle del Cauca y Cali se respiraron aires de esperanza.
Dilian Francisca Toro y Alejandro Eder liderando esfuerzos conjuntos, demostraron que el trabajo coordinado puede rendir frutos.
Proyectos como el tren de cercanías avanzaron, mientras que la realización de la COP posicionó a la región en el mapa internacional.
En seguridad, aunque los retos son grandes, se lograron avances significativos.
La aprobación del empréstito para invertir 3,5 billones en Cali cerró el año con una vara alta, exigiendo a futuro una ejecución impecable.
El contraste es evidente.
En una nación con problemas de financiación y desorden administrativo, el liderazgo local se consolida como un pilar de estabilidad.
Sin embargo, un lunar preocupante del 2024 es la comprensible caída de la inversión privada.
Las políticas ambiguas del gobierno nacional disuadieron a empresarios que, en años anteriores, veían a Colombia como una tierra de oportunidades.
El balance de 2024 nos deja una enseñanza crucial: el desarrollo de las regiones es fundamental para sostener a una nación que lucha por encontrar su rumbo.
Colombia necesita líderes responsables, comprometidos y capaces de rescatar el tejido social y económico.
De cara al futuro, nos toca exigir gobernanza con visión y rechazar la improvisación que nos ha lastrado.
El 2024 deja retos inmensos para el año entrante.