Los costos al despido bloquean la recuperación del empleo

Edwin Maldonado

Un empresario al leer lo que mencioné en la anterior columna “Colombia es uno de los países donde es más difícil y costoso retirar a alguien, y esto afectó a muchas empresas en esta crisis” rápidamente me pudo haber dado la razón, pero la gran mayoría preconcebidamente de seguro me juzgaron por esto, alegando falta de conciencia por los trabajadores.

Pero quisiera explicar la realidad que enfrentan muchas empresas, partiendo del hecho que lo eficiente en términos económicos es que las empresas puedan ajustar flexiblemente su fuerza laboral ante shocks de demanda o cambios tecnológicos. Si crece la demanda, para atender esta necesidad e incrementar sus ventas, debe aumentar su operación y dependiendo de la intensidad de capital humano del sector, necesitarán de mayores trabajadores.

Pero si al contrario, disminuyen en sus ventas como sucedió en esta crisis o se hacen más productivos por cambios tecnológicos, lo normal es que tengan que despedir personal, y en el caso de crisis, es más difícil deshacerse de la inversión en capital en el corto plazo.

Esta decisión de despedir personal ante un shock negativo, depende de si esperan que éste sea transitorio, como sucedió cuando inició el aislamiento obligatorio. Muchas empresas tuvieron que cerrar total o parcialmente, pero a pesar de que no tenían ingresos hicieron esfuerzos para mantener su nómina, asumiendo unos costos temporales y esperando que luego se abriera la economía. Sin embargo, el aislamiento se extendió y el shock acabó siendo más prolongado, lo cual afectó a muchas empresas, puesto que no tenían flujo de caja para mantener gastos sin tener ingresos, y en términos económicos su fuerza laboral era mayor de lo necesario, afectando su productividad.

Lastimosamente esto llevó a muchos despidos y a que empresas tuvieran que declararse en quiebra. Algunas pocas, sobre todo grandes, pudieron mantener a sus empleados más tiempo, pero entre más pequeña es la empresa, es más difícil hacerlo y por eso el subsidio a la nómina fue una estrategia fundamental para proteger el empleo.

Para muchos esta explicación sonará cruel, pero es la realidad, y se preguntaran entonces si no importa que pase con los trabajadores, pero no. El problema en Colombia radica en que no se está protegiendo bien a los trabajadores, las cesantías que deberían cumplir esta función no lo están haciendo muy bien y los recursos de las cajas de compensación no son suficientes.

Falta un seguro de desempleo que complemente nuestro sistema de seguridad social, y que proteja a los trabajadores ante posibles despidos, así como existe seguro ante posibles enfermedades (Sistema de Salud), antes accidentes (Sistema de Riesgos Laborales) y ante el riesgo de la vejez (Sistema de Pensiones).

Frente a esta ausencia de protección al trabajador, se ha recargado en las empresas esta responsabilidad creando restricciones al despido aun cuando las causas sean justificadas, afectando su dinámica operativa y productividad.

Es decir, en Colombia se busca proteger el trabajo y no al trabajador, como debería ser, y como lo hacen muchos países desarrollados.

El problema de estas regulaciones excesivas es que afectan las decisiones racionales de las empresas, y más aún en momentos de crisis, cuando hay más incertidumbre sobre la demanda futura. Esto es lo que tal vez explica porque la recuperación del empleo es lenta. A medida que las empresas empiezan a retomar sus actividades y a mejorar sus ventas, lo normal es que volvieran a contratar personal, pero ante un costo de despido alto y las normas de estabilidad reforzada, las empresas se ven disuadidas a contratar.

No lo hacen porque no saben si el shock es transitorio o permanente, si el shock resulta ser transitorio, el costo de despido puede superar las ganancias adicionales obtenidas al contratarlos y por lo tanto preferirán evitar costos asociados a un trabajador ocioso y los trámites de despedir a los trabajadores adicionales.

Es decir, una empresa que por ejemplo para ciertas operaciones normales utilizaba 20 empleados, en este contexto de recuperación puede que solo haya enganchado de nuevo 10 o 15, previendo el riesgo de que volvamos al aislamiento y que tengan que cerrar, o que las ventas no sean sostenibles. Esto también se pueda dar, porque durante la crisis se den cuenta que pueden producir lo mismo, con menos capital humano, lo cual ya sería un shock tecnológico.

Hay que entender el impacto en la generación de empleo de calidad y los costos que incurren las empresas por regulaciones excesivas sobre despido. Estos costos se derivan de las reubicaciones, análisis y adaptación de puestos de trabajo, sobrecarga en otros trabajadores, gastos de capacitación en nuevo personal y reubicado, costos legales por despidos con justa causa, entre otros.

Si bien hay que proteger a los grupos vulnerables en condiciones de debilidad manifiesta, se debe tener cuidado de no generar abusos del derecho, y que se generen desconfianza e incentivos perversos que afecten las decisiones de empleo de las empresas, ahora que necesitamos recuperar el empleo perdido.

Es por eso que para no sobrecargar a las empresas y avanzar en la recuperación del empleo debemos quitar la excesiva regulación de los despidos y en lo posible reemplazar las cesantías por un seguro de desempleo moderno, que esté vinculado con esquemas de capacitación y reinserción laboral que hacen las cajas de compensación. Esto permitirá proteger a los trabajadores y permitir que las empresas puedan ajustar los trabajadores de acuerdo a sus dinámicas normales y con certidumbre sobre sus costos laborales, en el marco de la reactivación.

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miércoles 16 de diciembre, 2020

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