Los insultos del Mineducación

Rosa María Agudelo

El reciente nombramiento de Daniel Rojas como ministro de Educación suscitó una controversia significativa, no solo por su uso del lenguaje soez, sino por su actitud agresiva. El presidente ha minimizado el asunto pero en realidad, el respeto y la educación van de la mano y son pilares fundamentales de una sociedad.

Es inadmisible que cualquiera recurra al insulto como base de su argumentación. En el caso del ministro utilizar palabras groseras como adjetivos ya es un problema, pero hacer del insulto un recurso habitual es un reflejo preocupante de su carácter y su respeto por los demás.

Como mujer, me indigna ver en el ministro un ser que agrede a las mujeres que no comparten su ideología, algo que queda claramente evidenciado en el análisis de su cuenta de X.

Las aulas deben ser un reflejo de lo mejor de nuestra sociedad. Si el propio ministro de Educación se permite estos comportamientos, ¿qué ejemplo se está dando? La educación debe fomentar el pensamiento crítico y el respeto por la diferencia, promoviendo debates basados en argumentos y no en ataques personales.

Leer las declaraciones del nuevo ministro me hace recordar a mi abuela, quien siempre me advertía: “nada de groserías o te lavo la boca con jabón”.

Es evidente que el presidente necesita leales en su equipo, y el nuevo ministro jugará un papel clave en los proyectos del gobierno, especialmente en las universidades públicas.

Sin embargo, parece que la prioridad no es la calidad de la educación, sino convertir los centros educativos en bastiones de doctrina política.

Debemos exigir que nuestros líderes sean ejemplos de integridad para que nuestros jóvenes puedan aspirar a ser lo mejor que nuestra sociedad puede ofrecer.

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sábado 13 de julio, 2024

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