¿Mamados o resignados?
Ese tema de la corrupción se “tiró” nuestro país, sobre todo en estos últimos siete años y medio, cuando se triplicó, especialmente en la rama de la justicia, la que no se deja reformar para seguir recibiendo dádivas y dejarse manipular con “mermelada” de diferentes colores.
Ese cuento de la JEP, creada para darle gusto a los comandantes de la guerrilla de las Farc, es un paralelismo absurdo, con magistrados escogidos de manera subterránea, lo que tiene al gobierno nacional con la peor imagen de los últimos tiempos.
Igual sucede con la tal “Comisión de la Verdad”, presidida por el sacerdote jesuita Francisco de Roux, reconocido izquierdista, y también por el sociólogo Alfredo Molano, por no mencionar al resto, quienes tienen antecedentes innegables de ser antigobiernistas, y no de ahora.
Hinchas furibundos del sistema cubano y de las expropiaciones de Chávez.
Ese cartel de la toga es doloroso, pero allí, según parece, faltan nombres, específicamente el de un abogado de apellido Patiño, de la Corte Suprema, quién tiene en sus manos la condena del señor Luis Alfredo Ramos; no lo quiere absolver pese a la falta de pruebas.
A ese señor Patiño se le comprobó que tiene hermanos, sobrinos, primos, etc., nombrados en la Fiscalía, en la Procuraduría y demás entidades del Estado.
Y que tal el funcionario de la Constitucional que cobraba dos millones de pesos para seleccionar tutelas que después se fallaban a favor de los interesados.
O el cuento ese de la Registraduría, donde se venden paquetes de votos por mucha plata.
En que estamos.
Colombia no se merece eso.