MUJER, madre, esposa, amiga, compañera y fundamento de la vida

Jaime Alberto Leal Afanador - Rector UNAD

Todos los 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, desde cuando hace 50 años, en 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo declaró, para invitar a la humanidad a recordar, celebrar, reflexionar y reconocer la existencia, protagonismo e irremplazable rol de la mujer.

La fecha constituye, también, un recordatorio, de las distintas protestas que, especialmente en el siglo XX, protagonizaron, en Estados Unidos y Europa, mujeres trabajadoras particularmente explotadas en sus condiciones laborales, pues el ya hoy obtuso imaginario de que éstas eran más débiles, inferiores o (me duele escribirlo) seres inferiores con respecto a los hombres, marcaron siglos de exclusión, de violencia de género, de desconocimiento de sus capacidades y de incomprensibles políticas de subordinación.

Aun cuando la ignorancia y algunas legislaciones siguen siendo machistas y violentas, y cualquier cifra de feminicidio (asesinato de una mujer por el simple hecho de ser mujer) es condenable y refleja la incapacidad de nuestra sociedad de superar prejuicios y vivir en armonía, cada día vemos con optimismo que en la relación mujer – hombre la sociedad avanza en el respeto, el reconocimiento de la diferencia, el complemento y la gradual desaparición de paradigmas paralizantes del progreso social. Eso, afortunadamente, nos ha permitido, como Humanidad, descubrir maravillosos talentos, creatividades y miradas enriquecedoras en el arte, la política, el deporte, la economía, el entretenimiento y, en fin, en todas las dimensiones de la vida social y campos del conocimiento.

No es un asunto de fuerza, de capacidad, de inteligencia ni de odiosas comparaciones. Es apenas obvio que hay diferencias biológicas (cromosomas, hormonas, constitución física y reproductiva y sensibilidad), y también de formas diversas de pensar, y eso no hace mejor a uno u otro ser (mujer u hombre), sino que son características propias que enriquecen el trabajo conjunto, la vida en pareja y de familia y, en general, a todos los ámbitos de la convivencia.

Eso sí, hay que reconocer que como sociedad aún nos falta dar importantes pasos en la máxima valoración de las mujeres. No me gusta hablar de igualdad, porque eso lleva a caer en un escenario de comparación y de competencia que no vale la pena. El acceso al trabajo de toda índole, a los cargos públicos, a los concursos, a las disciplinas artísticas y deportivas, a los rituales religiosos, a las expresiones intelectuales y a la plena expresión de todos los derechos civiles, entre otros, no pueden estar condicionados a la mirada de sexo y de género, sino a los méritos, la capacidad y la formación, independientemente del ser humano (hombre o mujer) que esté detrás.

Así como tradicionalmente se ha valorado la fuerza de los hombres, la delicadeza y la maternidad de las madres también tiene igual o más importancia, sin que eso conlleve a hacer clasificaciones ridículas. Pues hay hombres con una especial sensibilidad y mujeres con una especial fuerza y habilidades que permiten a unos y otros desempeñarse en roles tradicional (pero no únicamente) realizados por el otro sexo. En las expresiones de mujer – hombre la sociedad también ha reconocido otras diversas identidades personales y sexuales, igualmente respetables y con los derechos propios de cualquier ser humano, en virtud de su dignidad propia y de su libre albedrio.

No sólo en marzo, sino en todos los momentos y días del año, debemos reconocer y agradecer al ser superior en el que creamos y al destino por habernos permitido nacer de una mujer, crecer personal, sentimental e intelectualmente conviviendo con ellas y -hablo en nombre propio- por permitirme disfrutar de los más bellos momentos de la vida, así como salir de los más difíciles, en compañía de encantadoras mujeres, brillantes, pujantes y trabajadoras, como mi abuela, mi madre, mi esposa, mis hijas, mis hermanas y sobrinas y de inspiradoras y valiosas mujeres amigas entrañables y compañeras que me han acompañado en mi vida y en mi trabajo.

Para mí, el principal orgullo de la creación humana es ese bello ser llamado MUJER.

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sábado 8 de marzo, 2025

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